Poligamia a la catalana

La política española ya estaba enredada como nunca, pero siempre existen vías para complicarla aun más. Tras los resultados del domingo en Cataluña, muchos querrán frotar la lámpara para que el genio les brinde la fórmula magistral que conforme un gobierno que satisfaga a todos. Es decir, lo imposible. Podría darse un abigarramiento estrafalario para los cánones españoles: un ejecutivo a tres, con Esquerra, Junts y el PSC. Algo como lo que tienen en Alemania: una feria con el SPD, Alianza 90/Los Verdes y los liberales del FDP. Pero los germanos persiguen el bien común; en España, algo inédito actualmente.

Imagino esta situación tan compleja como una cama redonda o, incluso, la práctica del 'swinging', donde hay tanto intercambio de sexo multibanda que no hay dios que recuerde al día siguiente a quién se brindó la eferencia final.

Siendo prácticos, en Cataluña alumbrarán un gobierno a dos. Las combinaciones realistas ya las conocen ustedes. Pero el asunto pinta mal para la gobernabilidad del Estado. Pedro Sánchez y las sobras del PSOE se juegan el sueldo (más los últimos que el primero, todo hay que decirlo). Aun así, los vítores de este sainete se los lleva Salvador Illa, la única voz sensata en aquel condado. Aunque el premio lo ostenta Puigdemont, un delincuente blanqueado por el tahúr actual.

En el Parlament irrumpe ahora la ultraderecha independentista local. Al final, es cierto que todo el mundo tiene derecho a divertirse en nuestro hormiguero. Y el frikismo, la xenofobia y el espectáculo que bebe de la ignorancia dan pábulo a todos esos libretos. A ver con quién se lo montan.