Todo del revés
Crónica del manicomio ·
«Hoy se puede hablar en falso, sin inmutarse ni temblar la voz, con la misma seguridad con que otros esforzados se emplean a favor de la verdad»Tengo la impresión de que los trajes últimamente se llevan del revés. Está de moda hacerlo. O está de fatalidad, más bien. Ya no solo ... porque a raíz de la epidemia no pudiéramos salir a la calle ni vernos la cara ni pararnos a charlar en cualquier lugar, que sería lo lógico y lo que viste del derecho. Digo del revés, más bien, porque las ideas y valores que nos habían servido para regular la convivencia se usan ahora bocabajo. Como si les hubiéramos dado la vuelta y pusiéramos el paño para dentro y el forro por fuera.
Pongo un ejemplo. Leo y oigo que los demócratas hoy son juzgados de fascistas y tiranos, mientras que los totalitarios de siempre, que se presentan osadamente como defensores y artífices de la democracia, arrastran a la población con su simple discurso, sin necesidad de probar nada. Quizá haya sido siempre así, y las posiciones, aunque sean antagónicas, discurran confundidas por necesidad o sistema.
De otro modo no se entiende que los antiguos se enfrentaran con denudo a los demagogos e intentaran continuamente defenderse de ellos como si fueran los peligrosos inventores de la disputa y la guerra, e incluso hoy se nos presentan como los predecesores directos del enjambre de noticias falsas que nos ahoga. Ni encaja tampoco que, durante los últimos siglos, se aludiera continuamente al rumor, la opinión y la alienación de las masas, dando por supuesto que nuestros ideales están envueltos en falsedad y discursos apócrifos.
En cualquier caso, nos parece que la demagogia del presente es más arrogante, más insolente y más impúdica que la del pasado. Hoy se puede hablar en falso, sin inmutarse ni temblar la voz, con la misma seguridad con que otros esforzados se emplean a favor de la verdad. Mientras que las noticias deformadas y manipuladas se acreditan a si mismas con el mero hecho de pronunciarlas, las noticias ciertas y corroboradas necesitan acompañarse de un manual probatorio para ser aceptadas. Esto es lo sorprendente y lo que pone de manifiesto una debilidad social tan inquietante como la presente. Revelan una fragilidad que no se explica del todo recurriendo al uso y abuso de las redes sociales y a sus efectos incalculables y, quién sabe, si irreparables.
Bajo la misma lógica del revés nos cercioramos, frotándonos los ojos, que los pobres, los menesterosos, las víctimas de la explotación y la precariedad, votan sistemáticamente por los partidos de derechas, que nadie duda que representan más directamente los intereses de la clase social que los oprime y empobrece. La sorprendente fórmula de «te voto a condición de que me robes», cuya lógica recuerda a los chistes de El Roto, retorna de continuo y hace mella ya no en los bolsos sino en la cabeza de los más humildes, que eran nuestra más fundada esperanza.
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