El PSOE puede frenar a Maroto
La carta del director ·
«¿Alguien imagina qué pasaría si un regate a la democracia como este se planteara en el Parlamento vasco con un político palentino que se empadronara en Amurrio?»Igual –o parecido– a como el PSOE quiso que Iceta presidiera el Senado sin presentarlo a las elecciones, por una puerta trasera, el PP aportó ... esta semana otra prueba más de que nuestra Cámara Alta es algo así como el cuarto trastero, el cajón de sastre de nuestras principales instituciones democráticas. El Partido Popular propuso a Javier Maroto, número tres del PP nacional, para ser designado senador por las Cortes de Castilla y León. O sea, a quien los alaveses no quisieron de diputado en el Congreso en las últimas elecciones lo vamos a colocar los castellanos y leoneses en el Senado. Y además, para que sea nada menos que portavoz del partido. No es ya que Maroto vaya a representar los intereses de Castilla y León siendo un vitoriano empadronado en Segovia a conveniencia de esta elección, es que el político vasco ha defendido en el pasado, y con firme convicción, el deseo de que el Condado de Treviño pase a formar parte de la provincia de Álava. Así lo hizo en noviembre de 2014, por ejemplo, cuando la anexión a Euskadi de ese territorio se planteó como proposición de ley en el Congreso. ¿Alguien imagina qué pasaría si un regate a la democracia como este se planteara en el Parlamento vasco con un político palentino que se empadronara en Amurrio?
El PSOE ha sobreactuado escandalizado. El portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Senado y senador por Burgos, Ander Gil, dijo que la propuesta es «una falta absoluta de respeto a la ciudadanía». El partido en la comunidad tildó el caso de «vasallaje y sumisión» del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, a la dirección de Génova. No sé qué hubieran dicho de haber tenido que valorar la ocasión en que un senador del PSOE elegido por la Asamblea de Extremadura, Francisco Fuentes, fue cedido al PNV para que formara grupo propio. Los políticos del PP comenzaron a referirse a él como ‘Patxi’ Fuentes, cosa que a Ibarra, por entonces presidente regional, le hacía subirse por las paredes. Total, que sostengo que ha sobreactuado porque, mirando hacia sus dos propuestas, la secretaria provincial del PSOE de Valladolid, Teresa López, y el secretario general de Juventudes Socialistas de Castilla y León, Fran Díaz, a lo mejor en el caso de la primera lo más importante no ha sido la labor que pueda desempeñar en el Senado, sino cómo se le daba una placentera patada hacia arriba. Nada de esto pasaría si, como sucede en Cantabria o Extremadura, o como ocurría hasta el año 2000 en nuestra comunidad, solo los procuradores pudiesen optar a ese traslado. En España cada comunidad lo hace a su manera y según sus normas. Aquí los partidos tienen pocas ataduras. Ni siquiera marcamos, como en Valencia, una lista de incompatibilidades. Por eso el PP puede poner a Maroto. O a quien le dé la gana.
«Por mucho que píen y se pongan estupendos en el PSOE, al final Teresa López y Fran Díaz solo saldrán si los procuradores socialistas también dan su apoyo a Maroto»
La única atadura es la cuota: el PSOE es el único que puede elegir a dos de los tres senadores y el PP, a uno. Y la terna se debe votar conjuntamente, primero por mayoría absoluta y luego por simple. Es decir, que en las Cortes Maroto saldrá porque el PP encuentre apoyo del PSOE o de Ciudadanos. El sistema no es así por capricho, responde a sus razones, pero lo cierto es que conduce inevitablemente a que, por mucho que píen y se pongan estupendos en el PSOE, al final Teresa López y Fran Díaz solo saldrán si los procuradores socialistas también dan su apoyo a Maroto.
¿Qué puede pasar? Lo más previsible, que haya un poco de sobreactuación, indignación y crítica afectada, pero que, del mismo modo, el día de autos los tres candidatos salgan adelante con votos positivos de PSOE, que pasará por el aro, PP y Ciudadanos. Menos previsible es que PP y Ciudadanos voten la propuesta y se oponga el PSOE. Y todavía menos, que el líder socialista, Luis Tudanca, decida bloquear el nombramiento de Maroto retirando sus dos candidatos actuales, o al menos uno de ellos, y metiendo así estos nombramientos en el congelador. Hasta que Pablo Casado y Mañueco no cambien de nombre. Las Cortes tendrían que marcar nuevos plazos, pero desde luego lo que no podría suceder es que otros grupos eligiesen los candidatos que solo el PSOE debe elegir. Sería convertirse en algo así como el perro del hortelano, pero desde luego respondería con coherencia, a pesar del sacrificio derivado de sus propios compañeros, a la posición crítica y de rechazo frontal mostrada por sus dirigentes.
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