El PSOE después de su congreso
«La unidad requiere sobre todo de una práctica política que, además de reclamar disciplina, respeto y lealtad, favorezca la cohesión y la vaya haciendo compatible con la plural diversidad»
Teniendo en cuenta que el reciente congreso del PSOE celebrado en Valencia perseguía dos objetivos fundamentales, tanto su preparación, como su desarrollo y su proyección ... externa, estuvieron muy en su punto. Los efectos políticos reales necesitarán tiempo de maduración y comprobación, pero el acto en sí ofreció una imagen dinámica y abierta, atractiva en la estética y participativa en el método. Nada que ver con aquellos congresos de antaño en los que en el turno del debate de gestión de la Ejecutiva saliente sólo se permitían intervenciones críticas, fueran o no constructivas, y no se concedían intervenciones a favor; incluso entonces sólo votaban los jefes de cada delegación, acumulando el voto de todos los delegados en función del criterio de la mayoría. Todo fue cambiando poco a poco hasta llegar al modelo actual en que el Secretario General ya está previamente elegido en primarias, lo que facilita que los congresos tengan otro tono y otro ambiente. También el despliegue audiovisual y las nuevas tecnologías han hecho su tarea, dando cierto tono de espectáculo y acentuando la dimensión publicitaria del acontecimiento, como está bien comprobado en cualquier evento colectivo de este tipo, sea quien sea la organización política o social que lo patrocine.
Vayamos a la cuestión; los dos objetivos a que me refería eran bien explícitos y así se pusieron de manifiesto: reafirmar el valor de la socialdemocracia como marco programático y como proyecto político; exhibir unidad y cohesión interna como signo de fortaleza. Cada uno merece su análisis, aunque sea simplificado, porque cada uno de esos objetivos tiene sus antecedentes y sus consecuentes, que decían los clásicos.
La reivindicación de la socialdemocracia en los términos en que se hizo seguramente tiene algo que ver con la oportunidad y la conveniencia de poner énfasis en una dimensión más templada que la que pudiera representar la opción de un socialismo más radical. Para entendernos: de esas dos almas que siempre se atribuyeron al socialismo español desde que en el primer tercio del siglo XX marcó diferencias con la variante comunista del marxismo, la aceptación de la socialdemocracia como proyecto de referencia suponía optar por una posición más centrada o de izquierda moderada. Bien se entendió y aplicó tal opción cuando, en los años 80 del pasado siglo, produjo sucesivas mayorías políticas, asentadas en el centro izquierda. La pregunta, pues, sería la de saber si, en la perspectiva actual, el PSOE necesitaba recuperar eso que se llama 'centralidad política', que no es otra cosa que tener capacidad para captar apoyo y voto en eso que también se llama la 'zona templada' de la sociedad, un amplio espacio donde habita un porcentaje muy elevado de la ciudadanía, que se caracteriza por ejercer la 'neutralidad ideológica' y por no cultivar una adscripción partidaria fija y firme. Y la cuestión, no menor, es que es precisamente en ese espacio donde se suele obtener el plus electoral que, sumado al propio, da mayorías. Así que, si fuera cierto que el PSOE ha sentido la necesidad de recuperar centralidad, sería porque la habría visto reducida y lo que hay que hacer entonces es comprobarlo, analizar las causas y poner remedio.
Algunos indicios pueden tener interés para ese análisis. En lo que puedan valer como manifestación de tendencias, es cierto que el serial de sondeos que se van conociendo desde hace algún tiempo apuntan a una leve caída o estancamiento del PSOE y a un repunte, más o menos notable, del PP, ciñendo ahora el análisis a los dos contendientes con opción mayoritaria de gobierno; la mayor parte de esos sondeos son de procedencia privada y es probable que tengan 'sesgo', pero también hay sondeos recientes (del CIS en concreto) que, manteniendo al PSOE por encima, apuntan a un recorte significativo de la distancia con el PP. Si se mira un poco más a fondo el dato, se percibirá con bastante claridad que lo que puede estar pasando es que un sector muy elevado de lo que fue voto de Ciudadanos (supongámoslo 'voto centrado') oscila hacia el PP. También hay una comprobación aún reciente de esa tendencia, como es la votación autonómica del 4 de mayo en Madrid; y podrá extrañar que un PP también radicalizado hacia la derecha, por la necesidad de cubrir el flanco que le abrió Vox, tenga más capacidad para atraer ese voto de la que pueda tener el PSOE.
La respuesta no sería sencilla, pero es muy probable que a una imagen radicalizada del PSOE hayan contribuido factores diversos, internos y externos, próximos y remotos. Léase la conveniencia de cultivar un discurso más radical hacia la militancia en aquel tiempo de las graves turbulencias internas y las primarias; léase la oscilación hacia Podemos para formar gobierno tras la repetición electoral, cuando en las primeras elecciones de abril de 2019 hubiera sido posible una coalición PSOE-Ciudadanos, que ninguna de las dos partes intentó; léase la necesidad de establecer vínculos con apoyos a la gobernabilidad de grupos (ERC, Bildu, especialmente) que mucha gente de esa 'franja templada' considera poco o nada recomendables. Léase, en fin, que la 'cuestión territorial' pesa más en ese sector que la propia diferencia ideológica. De manera que la suma de todo ello pudiera estar produciendo el efecto indicado, no contrarrestado por un eventual crecimiento hacia el otro lado, pues también hay alguna comprobación al respecto durante esta misma legislatura: todo lo que perdió Podemos en Galicia o en Euskadi fue a parar sin más a partidos nacionalistas (el Bloque y Bildu, respectivamente). Solo en Cataluña hubo cierto repunte, aunque si se compara lo que subió allí el PSC-PSOE y lo que perdió Ciudadanos se verá que la diferencia es grande, contando además con que la competencia entre partidos nacionalistas tuvo también su efecto indirecto. Y aún está por ver si el nuevo liderazgo y la nueva estrategia de Podemos vaya a tener incidencia, cuánta y en qué sentido, en esa zona izquierda del tablero electoral.
Así que el panorama es complicado, aunque es verdad que queda media legislatura para sacar lustre a la doble consigna del Congreso celebrado: ¡centrados y unidos! Centrados con socialdemocracia hacia afuera y unidos hacia dentro. Para el objetivo de la unidad, una vez obtenidas y difundidas las imágenes tan oportunas de la sucesión histórica en el liderazgo, harán falta algunos ingredientes. Léase, a mi entender, revitalizar órganos intermedios, aptos para el debate, que el sistema de primarias ha dejado en segundo plano para fortalecer una legitimación directa que tiene el riesgo de propiciar liderazgos sin contrapesos; léase, también, intercalar más las generaciones, recuperar y no desperdiciar capital inactivo, ampliar el espacio de la reflexión y de la crítica fundada y reducir el de la adhesión incondicional, que también tiene ese riesgo de conducir a la pleitesía. Las fotos de impacto y los discursos bien orientados son, sin duda, un elemento positivo; pero la unidad requiere sobre todo de una práctica política que, además de reclamar disciplina, respeto y lealtad, favorezca la cohesión y la vaya haciendo compatible con la plural diversidad. Supongo que ahí está la clave y que no falta tarea por delante.
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