El Premio de la Crítica
«Ojalá todos los problemas fueran de abundancia y se resolvieran como este, sosegadamente y con argumentos»
Qué a propósito viene aquí y ahora aquella frase brillante de Orson Welles en 'El tercer hombre', película inolvidable de Carol Reed con guión de ... Graham Green: «En Italia, en treinta años de dominación de los Borgía no hubo más que terror, guerras y matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!»
Salvando tantas distancias, y por fortuna sin terror, guerras ni matanzas, aunque sí en plena crisis del libro y la lectura, lo cierto es que la literatura española y especialmente los autores castellanos y leoneses están en cuarto creciente, muy por encima de la fase del reloj de cuco. De ahí que en esta ocasión se presente más complicado que nunca el fallo del Premio de la Crítica de Castilla y León, a dirimir en Ávila el próximo martes entre diez obras verdaderamente logradas y representativas de los diversos géneros literarios.
El ensayo, con un Antonio Colinas más en Antonio Colinas que nunca al desentrañar los «misterios encendidos de María Zambrano». El teatro, inmenso Alonso de Santos en sus 'Mil amaneceres'. La narrativa, con Mateo Díez en lo alto de un magisterio que novela a novela no cesa de superarse y con García Ortega poniendo en liza una crónica sobrecogedora sobre el calvario de tres jóvenes gallegos, secuestrados y asesinados por ETA en Biarritz. A su lado, tres jóvenes en plenitud: Gancedo con 'La Brigada 22', donde no falta nada; Escapa, cuentista de raza; y Cuevas, que acierta de lleno en 'Mi corazón visto desde el espacio'.
Y la poesía, representada por un trío en la cumbre de la intensidad: Juan Antonio González Iglesias, con el gran poemario que le valió el último Premio Jaime Gil de Biedma de la Diputación de Segovia; Mauricio Herrero, de desgarrada voz escondida, y Yolanda Yzard, entrañada en su hondura.
Decisión complicadísima. Menos mal que el jurado, numeroso y plural, es de garantía, como recientemente ha subrayado Mar Sancho, la anterior y cada día más recordada directora general de Políticas Culturales de la Junta de Castilla y León, que a lo largo de su mandato siempre estuvo pendiente del proceso de selección y nunca faltó a las deliberaciones finales. En fin, ojalá todos los problemas fueran de abundancia y se resolvieran como este, sosegadamente y con argumentos.
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