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Ibarrola

Patologizar la tristeza

El óxido de los días ·

«Hay que bajar las expectativas y subir el umbral de sufrimiento, meter plato grande y piñón pequeño, apagar las redes y escuchar de nuevo a los abuelos»

José F. Peláez

Valladolid

Jueves, 27 de octubre 2022, 00:02

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Estar triste no es estar enfermo. Estar triste es estar triste. Todos lo estamos en mayor o menor medida y por un motivo más o ... menos sólido a ojos de los demás. Sin ir más lejos, yo me despierto siempre desganado, inapetente y sin demasiadas ganas de nada. Miro la agenda, pienso en lo que se me viene encima y simplemente siento miedo, nervios y esa tensión tan particular que da la responsabilidad sin herramientas. Repto triste hasta la ducha y allí, con el agua y la actividad incipiente, se me empieza a templar el día. Cuando, por fin, salgo a la calle, la tristeza comienza a desaparecer. Respiro el aire, olfateo otoños y, de algún modo, me siento conectado a todas las personas con las que me cruzo y que ocultan tras sus ojos tristeza, problemas y miserias. Todos somos humanos, y eso, indefectiblemente, duele. Supongo que se aprende a vivir con ello y, a pesar de todo, me considero una persona feliz veintitrés horas al día.

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