Noticias del corazón
«Qué necesarios, especialmente aquí y ahora, son este tipo de libros que siembran el placer de la lectura al instruir deleitando»
Qué noticia tan dulce y oportuna para los enamorados, y en consecuencia para todos, porque el amor no conoce excepciones, que además llega en vísperas ... de San Valentín, aquel religioso que en los tiempos adversos del emperador Claudio II oficiaba matrimonios en secreto, lo que pagó con el martirio, convencido ese sátrapa de que los soldados solteros se prestaban mejor que los casados para luchar, matar y morir.
No supo el tal Claudio lo que hacía, ya que al matarle creó un mito vigente a través de los siglos mientras su memoria se hundía en la legión de los poderosos olvidados. Ninguna fuerza como la del amor, que «mueve el Sol y las demás estrellas». Y ahora se trata de que acaba de conquistar la selva amable de las librerías un breviario que atesora las 'Palabras de amor' más intensas, antología selecta de la poesía universal en la que Andrés Amorós ha puesto en suerte y contextualizado sin pretender explicarlos (a diferencia de tantos eruditos plúmbeos, sabe que el misterio carece de explicación) treinta y un poemas en los que, como quiere la religión del amor, los amantes «se miran, se presienten y se desean», maravilla puesta en circulación por Modus Operandi con ilustraciones –deliciosas– de Luicie Geffré.
Abierto el breviario con un canto arábigo-andaluz de Ibn Al-Zaqaq, contemporáneo de El Cid, en las páginas que siguen regala sorpresas como las de Cristina de Pisan, una de las primeras poeta feministas (y nada menos que del siglo XIV), o fray Damián Cornejo, predicador áureo palentino que entre sermón y sermón se aliviaba con algún que otro «encuentro erótico de pago». Dante, Gil Vicente, Petrarca, Lope de Vega, Quevedo, Shakespeare o Rubén Darío, misterios gozosos que desembocan en el vértigo de 'Herido de amor', de Federico García Lorca, poeta españolísimo y universal, mejor dicho, universal por españolísimo, que a mi juicio marca el 'non plus ultra' en la fusión de lo jondo, los sonidos negros y el duende. Qué necesarios, especialmente aquí y ahora, son este tipo de libros que siembran el placer de la lectura al instruir deleitando.
«Cógeme la mano, amor», que pedía don Perlimplín a Belisa en su jardín. Los enamorados iremos más derechos a nuestros asuntos con la guía de este breviario, libro sagrado para «la misa del amor», como cantó aquel romance tan nuestro: «Por decir, amén, amén, / decía amor, amor». Contra el barro de los pesares, la luz de estos versos.
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