Muerte de un ciclista
Se ha ido de forma desgraciada El Relojero de Ávila. Descansen en paz él y una forma de entender la bicicleta
En Ávila salen ciclistas como en Salamanca o Sevilla salen toreros. Eso contando con que los ciclistas abulenses, y metemos a Sastre Jr, no sean ... toreros. Lo trágico es que se ha muerto Julio Jiménez, el legendario relojero, y a uno se le van pelando los mitos. Era JJ ciclista de garra, de los que han nacido y nacieron para que el ciclismo sea lo que es.
Macizo de Abantos. Una excursión a los Cuatro Postes y después el repecho a las Murallas. No se ha ponderado lo suficiente lo que Ávila ha dado al ciclismo, y algún día habrá que hacerlo.
El Alto de Malagón, mi segunda casa por así decirlo, se podía llamar Alto de Julio Jiménez, y eso nos consolaría. Tengo recortadas fotos suyas, ese ciclismo 'vintage' que dicen en TVE y que fue el más nuestro. El calapié metálico, una etapa en Asturias donde dicen que paró a beber leche casi de una ubre en una escapada de ésas que definen de gloriosa. No he contrastado el dato porque la muerte de un ciclista, parafraseando a la película de Juan Antonio Bardem, siempre me da repelús. Uno, hasta que le encalomaron una oficina con calefactor, siempre ha sido ciclista y bien sabe el Doctor Martínez Manjarrés que los altos y los 'col', mientras más altos y más 'col', son una cura del alma.
En el ciclismo se está para ser como eran Julio Jiménez o el Chava; si no, que se vayan con un patinete. El Relojero abrió una forma brava de entender el pedaleo. Generosos en el esfuerzo, cara de hambre cuando las rubias de la primera publicidad los besaban en las llegadas.
Se ha ido de forma desgraciada El Relojero de Ávila. Descansen en paz él y una forma de entender la bicicleta.
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