Los que van a morir

Ambulancias que van de un lado a otro, atletas desfallecidos o en sillas de ruedas, un centro médico desbordado por completo, las carreras más lentas de la historia. Todo lo ocurrido en el maratón femenino y en los 50 kilómetros marcha ha sido suficientemente brutal para poder llevar a los tribunales a los que han permitido esta salvajada. A todos aquellos dirigentes que han cogido el dinero de Catar sin importarles una mierda el deporte y, mucho menos, la salud de los atletas. Todo huele a podrido últimamente en el deporte.

Oscuras y manchadas designaciones. Dirigentes que mientras los atletas saltan al circo ellos duermen a pierna suelta en hoteles de cinco estrellas. El dinero lo compra todo. ¿Alguien se ha preguntado por la obsesión que tienen los dirigentes del fútbol en programar cada vez más partidos en horarios chungos para que lo puedan ver en la otra punta del mundo? ¿No tendrá que ver con las casas de apuestas que hacen el negocio del siglo por aquellas tierras?

Lo siguiente será el Mundial de fútbol, también en Catar. La competición se detendrá en Europa para que los dueños de los petrodólares laven la imagen de países donde ni siquiera se respetan los derechos humanos. ¡Como para respetar los derechos de los deportistas! Se limitarán a construir estadios lujosísimos y climatizados, con un derroche energético indecente y pornográfico, mientras usted y yo nos preocupamos por el cambio climático y evitamos utilizar bolsas de plástico. Por lo demás, que siga el circo. O los juegos del hambre.