El milagro de los periódicos
¿Qué sería de un país sin periódicos? Nos encontraríamos indefensos frente al reino de la mentira y condenados a la manipulación
Un día más de confinamiento casero, que gracias a mi mujer y a mi hijo lo llevo mejor que bien, y de nuevo esta ... mañana, al igual que las pasadas y lo mismo que cuántas vengan, la empezaré regalándome un paseo de ida y vuelta a la pastelería de Fátima, el establecimiento comercial al que en La Losa, el pueblo de Segovia donde lo estamos pasando, llegan los periódicos y hacen real desde el derecho que todos tenemos a una información contrastada, completa y veraz, ajena a esos bulos y falsedades que campan a sus anchas por la red.
El milagro de los periódicos, qué gran milagro. Y con el mérito, sobre los milagros 'normales', de que se produce, no de higos a brevas, sino cotidianamente a partir del trabajo de unos distribuidores que nunca fallan, del quehacer a prueba de bombas y virus de los periodistas y, téngase muy en cuenta, del sentido del deber de las empresas que los mantienen a pesar de la adversidad económica sobrevenida, plantando cara a los números rojos. Porque los ingresos de ahora por publicidad no llegarán ni de lejos a la mitad de la cuarta parte de lo que representaban hace unas semanas.
¿Qué sería de un país sin periódicos? Sencillamente nos encontraríamos a la intemperie, indefensos frente al reino de la mentira y condenados a la manipulación. Al pairo de charlatanes que llaman lealtad al silencio cómplice y denominan ruedas de prensa a monólogos de propaganda con preguntas teledirigidas. Sin periódicos ni periodistas, ni libertad ni derechos.
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