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Ibarrola

Memoria de Días Santos

Se equivoca quien crea que los actos penitenciales son solo una cuestión de fe

Rafa Vega

Valladolid

Miércoles, 31 de marzo 2021, 08:05

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La semana pasada los mirlos cantaban a las seis de la mañana. No parece que sean conscientes de que ahora abordan su tarea una hora ... más tarde. Tampoco pareciera importunarles. Su reloj marca el mismo momento del alba. Todo invita a creer que el cambio horario les resulta indiferente y son inmunes a la obcecación. Tendría gracia –nunca lo sabremos– que sus cánticos hablaran de nosotros y nuestra obsesión horaria a pesar del atraso notable que arrastramos en lo fundamental. Lo que tampoco quizás ignoren es que, a pesar del metrónomo que rige los compases de nuestras vidas, hay un ritual ligado aún a la danza inmensa de las órbitas; una celebración sometida, como ellos y sus cánticos de alborada, a la voluntad de los cuerpos celestes. La Semana Santa carece de fecha fija en el calendario. Sus días se asientan entre marzo y abril con improntas de visitante, como si atendieran a la métrica –en consonancia con los mirlos– de movimientos cósmicos más sabios. Así se invaden, en circunstancias normales, también las calles: como una representación afanada en compartir las cuestiones íntimas, ajenas a la métrica de los días y la escala material de los hombres, entre los espacios públicos que, de inmediato, son también intimidad.

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