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El príncipe Harry de Inglaterra y Meghan Markle. AFP

'Megxit'

enfaserem ·

Pero no ha de entenderse todo esto como una rebeldía mal canalizada, tampoco como un intento por «forjar un nuevo papel progresista en el seno de la institución

Eduardo Roldán

Valladolid

Jueves, 16 de enero 2020, 07:30

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En un comunicado de apenas diez líneas, Isabel II pronunció ocho veces la palabra 'familia'. Tolstói dice al comienzo de 'Anna Karénina' que todas las ... familias infelices tienen un motivo particular para sentirse desgraciadas. El motivo de la real británica no es un sentimiento de falta de utilidad, un vacío ontológico; la monarquía es una institución tan asentada en el (in)consciente colectivo del Reino Unido como su conciencia de singularidad, y hasta Mick Jagger ha sido investido Sir. Su desgracia es material, no conceptual. Viene de los propios miembros que la forman; de tanto en tanto uno de ellos se respinga y la imagen toda se tuerce por ósmosis. Y no es que el duque no hubiese dado indicios de la espantá, desde el brazalete nazi en una fiesta de estudiantes hasta los plurales dispendios que ha aireado sin rebozo, ya casado.

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