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El fin de semana pasado mi mujer y yo nos fuimos sin niños de viaje. Convencimos a mis padres para que se quedaran con Dimas ... y Telmo y nos regalaran cuarenta y ocho horas sin voces, gritos ni peleas. Un lujo al alcance de muy pocos y que rara vez se nos presenta.
Nos fuimos a un festival de música en Castilla La Mancha, concretamente a Toledo, donde les diré que el grupo que puso bocabajo e hizo enloquecer a las más de veinte mil personas que allí se dieron cita, no fue otro que Siloé. Una banda con mucho oficio, valiente y con un magnífico show. Sólo tres personas capaces de levantar el festival. Y eso que compartían cartel con los llamados grandes grupos de la música Indie española.
Ya de vuelta y con los ánimos más calmados, Dimas me preguntaba por el viejo tocadiscos que estaba en mi habitación de soltero y que el pasado fin de semana descubrió. Un viejo tocadiscos Cosmo de madera noble desmontable, que según le contó mi padre fue comprado a medias con mi tío Maxi cuando eran jóvenes y vivían en casa de mis abuelos.
Como ustedes ya saben todo lo que se compra a medias suele acabar en conflicto, así que mi padre conociendo a mi tío y sabiendo que casi siempre andaba silbando porque le quemaba la pasta en el bolsillo, decidió adquirir el otro cincuenta por ciento y quedarse como propietario único del viejo picú.
El primer disco que compraron era de Miguel Ríos y llevaba dos canciones, una por cada lado, El Río y Vuelvo a Granada.
La segunda, un gran éxito de aquellos tiempos, rezaba lo siguiente: «El tren va muy despacio, hay mucho tiempo para llegar. La gente duerme en el vagón, mientras por las ventanas muy débilmente se cuela el sol».
Efectivamente el tren iba muy despacio, lo pude comprobar varias veces en primera persona. Hasta hace unos años el AVE no llegó a Granada, una ciudad eminentemente turística y con una población importante. Pero como decía un amigo mío la vida es así. Y una vez llegado el tren, eso sí, con un importante desvío, jamás escuché a nadie pedir que se suprimiesen paradas en otra comunidad para llegar antes.
Abel Caballero baila, canta y se rodea de luces artificiales en Navidad, sin duda creyéndose el rey del Mambo, y no me extraña porque al final se ha salido con la suya. Conseguir que llegue el AVE a su ciudad en un tiempo más que razonable le sabe a poco, no le convence y quiere más, porque todos sabemos que los egoístas siempre quieren más, aunque para ello tenga que joder al vecino.
Y es que la cosa es así: después de conocerse los cambios en los horarios de los trenes entre Galicia y Madrid la realidad es que Sanabria se queda sin trenes de alta velocidad (a las puertas del verano cuando se presenta más necesario), y Zamora, Segovia y Medina del Campo pierden parte de sus servicios.
Sinceramente me resulta escandaloso que se haga realidad eso de que: El que tiene Padrino se bautiza. Lo que pone en la palestra el debate de que al final no todos los alcaldes no son iguales ante el Ministerio de Transportes, que parece que tiene muy claro a quien hay que premiar o quizás, a quien es mejor no disgustar. Porque no nos engañemos siempre habrá alcaldes en el grupo A, alcaldes en el grupo B e incluso algún desterrado en el C. Hagan ustedes mismos la clasificación.
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