Justicia y normalidad
Hay que erradicar la justicia de sesgo machista y patriarcal; hoy deshumanizada e injusta. Ya no cabe un Código Penal anacrónico y antisocial, la separación de poderes debe presidir la acción de la judicatura
En la nueva normalidad (que no es nueva, ni normal, aunque no es sencillo definir el concepto 'normalidad') la sociedad exige justicia humana, no injusticia ... política. La acción del poder genera la impotencia de la ética social para vestir adecuadamente el comportamiento humano. Lo cívico ya no es lo ético y lo ético ya no es justo.
En una incertidumbre como la nuestra, no caben leyes inmutables, ni son recomendables los jueces infalibles, no hay sentencias definitivas en tanto la sociedad se transforma y la nación se reconstruye. La justicia de la nación no puede ser el eco infinito de la depravación moral de la política.
En la normalidad, el legislador no puede legislar basado en juicios personales, alimentando la polémica mediática y populista inducida por políticas interesadas. Hay que erradicar la justicia de sesgo machista y patriarcal; hoy deshumanizada e injusta. Ya no cabe un Código Penal anacrónico y antisocial, la separación de poderes debe presidir la acción de la judicatura; desde la base hasta el Tribunal Supremo, desde el Consejo General del Poder Judicial hasta el Tribunal Constitucional, anclados en un pasado y presente politizados.
La política del Estado deudora del beneficio financiero es, en suma, una combinación tóxica entre la miseria intelectual, la pobreza moral y la ruina económica de un país. No podemos olvidar que el humano no siempre hace justicia; bien porque no sabe hacerla, bien porque no quiere que se haga.
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