Galletitas venenosas
Óxidos y vallisoletanías ·
«No solo me siento un neoliberal extremo que mercantiliza el Campo Grande para el hedonismo más rudimentario sino, además, un terrorista que destroza ecosistemas y cadenas tróficas»Turra general en el Campo Grande
Esta semana, en Valladolid ha hecho un clima que parecía San Mateo: un poco de lluvia, un poco de sol, un poco de viento y ... un poco de sueño. Si aún se llevaran aquellas cazadoras vaqueras Levi's, me habría puesto una que tuve con un parche de los Sex Pistols. Aunque, en realidad, es muy posible que esas cazadoras se sigan llevando y el problema sea solamente que yo no me entero. Y, además, da igual; cuando en Valladolid sale uno de esos días de climatología ecléctica, no importa lo que te pongas. Necesitas atuendo técnico para una aventura extrema en el Ártico por la mañana, un desinhibido look dominguero el mediodía, un chubasquero como el de Chanquete para por la tarde y, por la noche, un sayo para batirse en duelo con el edredón, como diciéndole: «Sé que técnicamente ya es cuarenta de mayo, pero ahí te quedas un poco más. Que esto es Pucela». La cosa es que ese sentimiento otoñal se me pegó al estilo y me fui con la niña a dar un paseo por el Campo Grande. Si hubiera estado abierto el bar de la pérgola me habría sentado a tomar una caña con unas aceitunas y a leer el periódico, pero nada, no se nos logra, hay quien se obceca en que la Pérgola no sea la mejor terraza de la ciudad sino una especie de centro cívico para la participación ciudadana socialmente responsable donde el tejido asociativo se organice en torno a la integración cultural y a la acción social eco-friendly con criterios integradores y que cantemos el kumbayá dados de la mano saludando al dios Sol y a la hermana Luna. Qué pesadez, por Dios. Que solo queremos tomar una caña, señores. O más de una, para ser exactos. Pues nada, que mucha turra y mucho comer aceitunas con perspectiva de género, pero ahí está, vacía, una primavera más. Qué cruz.
La niña pensó que qué culpa tendrán los animales de que nosotros no pudiéramos sentarnos a tomar el aperitivo, así que nos fuimos a alimentar ardillas y carboneros, que son unos pajarillos que se te posan en la mano si les ofreces frutos secos, como la izquierda de la izquierda cuando intenta una candidatura de unidad. El caso es que, como digo, llovía. Y no había nadie. Pasamos por el estanque, que, en días como este, tiene algo de artificial, de distópico, de Jueves Santo en un país protestante. Entonces la niña vio algo de vida entre tanta naturaleza muerta y se dirigió al agua a saludar a una pareja de patos a la que seguía su bandada de patitos recién nacidos, que chapoteaban felices y ajenos a lo que sucedía. «Papá, voy a ver si tengo una galleta del almuerzo en la mochila y se la damos desmigada a los patitos», dijo como en una égloga. Y efectivamente, la encontró, así que la niña sacó una galleta 'digestive bio nutritive zero healthy integral sin azúcares añadidos' y, con el paraguas en una mano y la mochila en la otra, empezó a ofrecer unas miguitas a los patos.
Cuando estábamos en medio de esta escena pastoril pintada por Van de Velde salió de entre los árboles una señora con pinta de Trotaconventos, dando saltos impares y descoordinados, con un paraguas negro en una mano y con una actitud amenazante e inquisitorial. Y allí, en la inmensa soledad del estanque, bajo la lluvia contrarreformista de un otoño en junio, delante de tan bellos ánades y en medio nuestra propia Galatea, me comí la mayor bronca que recuerdo por haber intentado alimentar con miguitas a los animales, algo prohibido por las señales que, efectivamente, abundan en el parque. «No solo está prohibido, es que, además, es muy perjudicial. Que sepáis que esas galletas están llenas de aditivos malísimos para los animales». Y yo, muerto de vergüenza por este atentado contra la salud pública, solo pude balbucear: «Se-se-ñora, no es una ga-galleta normal, es digestive bio nutritive zero healthy integral sin azúcares añadidos…».
En fin. Es posible que tenga razón la señora. Pero, a ver, que no le estoy echando un chuletón de Aliste ni un bocadillo de panceta ni un yogur con stracciatella. Y que una ardilla es solo una rata con cola y que ya no es que se coma las galletas, es que te come a ti si te descuidas. Y el bello carbonero come gusanos podridos, orugas y escarabajos ocultos en heces. Y los patos comen lombrices sucias, babosas de la basura y peces muertos. No creo yo que les pase nada por unas migas de galletita digestive bio nutritive zero healthy integral sin azúcares añadidos, de verdad. Y, en todo caso, si hubiera pérgola, quizá esa señora podría poner un puesto para vender a los niños gusanos, larvas y compost y salir de ese chamizo que tendrá entre los árboles para asustar a los niños. Y ahora no solo me siento un neoliberal extremo que mercantiliza el Campo Grande para el hedonismo más rudimentario sino, además, un terrorista que destroza ecosistemas y cadenas tróficas en presencia de menores. Si sigo así, ¿qué será lo siguiente? ¿Comer obleas? Maldita ola reaccionaria.
Galletitas socialistas
Ayer Puente le dio plantón a Sánchez en el Comité Federal del PSOE. Es su forma de protestar porque le hayan permitido arrebatarle a Javier Izquierdo el puesto de número 1 al Congreso y quedarse, también, como presidente del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento y como futuro candidato a alcalde en 2027. Anda, que si no le llegan a dejar…En fin, lo que haya. Todo vale en el PSOE, por lo que pueda pasar y en lo que se aclara el panorama y la intensidad de la debacle del PSOE, que podría quedarse con solo un diputado por Valladolid. Él, claro. También Tudanca ha recapacitado y, de repente, ha visto la luz y se muestra muy molesto con Sánchez en unas declaraciones afectadísimas. Pero, como decía, Rafael Gómez Ortega, 'El Gallo', «esos huevos, en Despeñaperros». Ahora ya da igual. Antes, antes. Es terrible ver que la valentía con la que van a rematar al perdedor solo es comparable con la gallardía con la que, en su momento, acudieron a socorrer al vencedor. Los carguitos son las miguitas de las galletas digestive bio nutritive zero healthy integral sin azúcares añadidos del político. Parece que alimentan, pero cuando se acaba el poder, te enteras de que, en realidad, era malísimas. Quizá en Ferraz deberían poner a una señora de Valladolid escondida entre las cortinas, para avisarles. O, al menos, unos míseros letreros.
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