El mejor día
«El tercer lunes de enero es el día más triste del año, pero me animo al pensar que ni tan mal, que es el mejor día por el hecho de que queda un año para que vuelva»
Preguntaban mis hijas, cuando vivían esa tierna edad en la que sus padres lo son todo salvo los Reyes Magos, cuál era mi día preferido ... de la semana. Y antes de que tuviera tiempo de responder, seguían con sus ráfagas de preguntas disparadas. Atrapado en el interrogatorio, acerté a proponerles que les iba a contar un cuento para responder al asunto de mi día predilecto. Ilusionadas ante algo casi inédito, abrieron los ojos como platos y, por fin, se callaron.
-Érase una vez que se era –comencé con solemnidad–, unas niñas que preguntaron a su padre qué día de la semana era el mejor, a lo que este respondió con otra pregunta: ¿para vosotras cuál es?
-El viernes, el sábado, el domingo, contestaron como metralletas.
-No, no.
-El jueves, el miércoles, el martes, continuaron en su torbellino.
-Tampoco.
-¿El lunes entonces?
-Sí, ¿sabéis por qué?
Con cara de asombro y sin pestañear, movieron la cabeza en un 'no' gestual.
-Es el mejor día porque es el día más alejado del siguiente lunes.
Muy convencidas no se quedaron entonces, pero años después lo recuerdan y a veces con guasa me han soltado un «papá, hoy es lunes, tu día preferido».
Así, en cada ocasión que llega el tercer lunes de enero, designado el día más triste del año, me animo al pensar que ni tan mal, que es el mejor día por el hecho de que queda un año para que vuelva. Y ya lo tienen aquí, pasado mañana, con el nombre de 'blue monday' (lunes azul), que este tipo de cosas son muy dadas a enunciarse en inglés. Amargados supongo solo estarán los numerosos 'water parties' (aguafiestas), que nunca se han planteado ni se plantearán que un lunes puede ser un gran día.
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