Irene, escrache a la Muralla
Lo relevante de esta semana fue que, después de la tormenta, para el ministerio/tarta de Irene Montero Ávila es homófoba
Después de las estatuas volcadas llegó la hora de echarle guano populista a las Murallas de Ávila de los Caballeros. Lo dijo el Ministerio de ... Igualdad, en esa identificación perversa que el podemismo hace de la España eterna con el patriarcado y que anticipa una fijación freudiana que no vamos a citar aquí por respeto hipocrático. El tuit era a razón del sello arcoiris de Correos y era –el tuit, digo– un chorro de lugares comunes en el que hasta salía Pemán, cuyo premio de consolación me darán en septiembre.
Lo relevante de esta semana fue que, después de la tormenta, para el ministerio/tarta de Irene Montero Ávila es homófoba por eso mismo: por ser Ávila y porque el Adaja renquea de caudal.
Jamás se vio un escrache a una muralla, pero el ministerio/tarta se lo hizo con dinero público porque para eso está Irene Montero y su equipo de niñeras y niñeros gafapastas: para conciliarle la estulticia con la piqueta histórica. Cierto es que rectificaron después, cuando vieron que Ávila entera vivía sin vivir en sí.
Para Irene Montero y coequipiers, las murallas de Ávila son símbolo de eso, de cuarentañismo macho y cazalla tuerta de Millán Astray. Y hasta La Antigua y hasta el Ciprés de Silos son algo así como unos monumentos heteronormativos erigidos al machismo de la Historia, de ahí que apunten al cielo y no a una carroza o a un lazo amarillo.
El Ministerio de Igualdad le ha dado a la consorte la patente para empezar a cortar las gárgolas de Burgos y los pitorrines románicos que brotan en los capiteles de las ermitas que tan bien conoce el Tío Peridis. Se ve que Castilla y su patrimonio le sobramos a Irene Montero, epicentro de todos los contagios.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión