Incertidumbres
«No podemos estar seguros del trabajo, ni de la salud, ni de las inversiones, ni de la política, ni de la patria, ni de Dios...»
Se acerca el invierno, pienso al ver llover. Esa misma certeza la he tenido siempre en septiembre y nunca, nunca, me ha fallado. Pero ahora ... no sé si mi intuición me engaña. Vivo tan asentado en la incertidumbre que ni siquiera sé si este año habrá invierno. Y si llegará una nueva primavera y después un verano. Ya no sé nada y no es solo que el cambio climático altere las estaciones, trastoque el orden lógico de la Naturaleza, sino que se han esfumado todas las certezas.
Las climatológicas, las morales, las económicas, las políticas... Todas. Para estar seguro de algo, tengo que mirar al pasado; solo en la memoria las cosas siguen conservando su esencia. ¿Saben que ni los incendios son tales?Ahora, hablamos de fuegos de sexta generación, como si fueran ordenadores, chips, teléfonos móviles. Incendios incontrolables, inapagables, que todo lo consumen si no llueve, que alteran el cielo y crean su propio clima.
Ya no sé nada, ni siquiera si habrá invierno, otro verano. Todo a la mierda, todo lo perdimos, todo es incierto. No podemos estar seguros del trabajo, ni de la salud, ni de las inversiones, ni de la política, ni de la patria, ni de Dios... De la noche a la mañana, todo puede desaparecer, darse la vuelta como un calcetín. ¿Dónde se nos ha ido el futuro, las certezas necesarias para construirlo? Solo la memoria es lógica: allí, un día es consecuencia de otro día; si estudias, mejorarás; las acciones de acero sueco serán rentables; si te empleas en un banco, ascenderás hasta la jubilación. Y allí existen el bien y el mal y los códigos morales y hasta el honor. Y Estados Unidos es el centinela del mundo. Y al otoño sigue el invierno.
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