Hartada
Algo que decir ·
«Una de las causas de esta 'sobrealimentación' farmacológica es la saturación de las consultas de los galenos de cabecera, que como no tienen tiempo para examinar a sus pacientes prescriben los potingues que solicitan y que llevan veinte años tomando»Cuando los herederos tienen que desmontar la casa de sus padres o abuelos, puede que encuentren algunas joyas o dinero en efectivo, pero lo normal ... es que se peguen una hartada de retirar medicamentos. En la mesilla, en el vasar de la cocina o en los armarios del retrete se apilan potingues contra cualquier dolencia: desde la hipertensión al insomnio, pasando por el colesterol elevado, las transaminasas y la prostatitis. Y no hace falta ser un viejales ochentón para reconocer que en cualquiera de nuestras casas hay, como mínimo, una decena de remedios, aunque sean para lavar heridas, aliviar dolores de cabeza o resfriados y ungüentos mágicos que mitigan el prurito anal. Entre los que compramos libremente en la farmacia y los que nos recetan especialistas y médicos de familia, vamos atesorando un botín imposible de digerir de una sentada.
Una de las causas de esta 'sobrealimentación' farmacológica es la saturación de las consultas de los galenos de cabecera, que como no tienen tiempo para examinar a sus pacientes prescriben los potingues que solicitan y que llevan veinte años tomando. Tengo conocidos que si salen del ambulatorio con las manos vacías se plantean cambiar de doctor «porque este tío no receta nada». Por cosas así, doy la bienvenida a cualquier sistema que intente poner un poco de orden en este desmadre de remedios que lo curan todo menos la avaricia por acumularlos, aunque estén más pasados de moda que los chicles Bang-Bang.
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