Ganar ya no es lo que era
«La peor noticia es que el problema más grave de España continúa creciendo: tras las elecciones generales, ahora el independentismo catalán consolida su poder local, incluso logra representación en Bruselas el más radical»
Europa ha confirmado en las recientes elecciones sus dificultades internas y el impulso suicida de algunas opciones políticas. Como en España, la crisis de ... los dos grandes partidos, populares y socialdemócratas (180 y 146 escaños), les hace perder la mayoría de la que antes disponían (412 sobre 376); los vencedores emergentes son los liberales (109) y ecologistas (69), pero la fragmentación dificultará acuerdos futuros. Aunque se temía que fuera peor, la situación es grave, pues lo son las victorias de Marine Le Pen (ya ganó en 2014) y Matteo Salvini, al acecho del poder; son dos países grandes y fundadores de la UE. Además, también ha sido refrendado el populismo en Polonia o en el Reino Unido, con el Brexit Party de Nigel Farage como claro ganador; un resultado que avanza el despropósito de un 'brexit' conflictivo que Europa debería asumir con la mayor rapidez. No obstante, el aspecto más negativo de la demagogia populista, cuando no directamente fascista, es su influencia en las agendas/ programas de otros partidos, como bien sabe Steve Bannon, e impulsa la idea de que la UE es parte de la profunda crisis, no totalmente superada. En realidad, se ha afrontado mejor conjuntamente y el Banco Central Europeo con Draghi ha asumido un papel determinante en ello.
En España, todo era más fácil con el bipartidismo: quien ganaba gobernaba. Pero desde 2015, tras la fragmentación producida por la irrupción de nuevos partidos ante la difícil regeneración de los partidos hegemónicos, los pactos determinan quién ejercerá el poder y ya nadie puede argumentar contra las 'coaliciones de perdedores', un paso más hacia la cultura de pactos, que deben evitar ser 'contra natura'. No obstante, el resultado de las últimas elecciones parece apuntar hacia un escenario más identificable.
–Los dos partidos hegemónicos van a mantener su primacía, difícilmente va a haber 'sorpassos' de Ciudadanos, Podemos o Vox, porque los dos mayoritarios tienen una base sociológica firme y aparatos con poderosas estructuras orgánicas.
–Podemos y Vox manifiestan la difícil reconversión de movimientos (de rechazo al sistema fundamentalmente) en partidos, un salto desde el deseo a la realidad; su evolución previsible acabará llevando a los más pragmáticos a sus respectivas 'casas madres', PSOE y PP. Son procesos conocidos por precedentes de militantes fagocitados, del PCE por el PSOE y restos de la UCD por AP (anterior PP). Otra lectura es que todos los partidos deben asumir con rigor la lucha por la sostenibilidad y contra el cambio climático pues, de no hacerlo, dejarán vía libre a movimientos ecologistas, como han mostrado las elecciones europeas.
–Ciudadanos se ha empeñado, imagino que por táctica electoral, en capitanear la derecha a costa de un PP muy debilitado, pero debe asumir que su estrategia de partido liberal centrista difícilmente puede llevar a esa situación; su importancia está en ser árbitro y evitar la inercia y el abuso de los mayoritarios. Sería una situación similar a la del partido liberal alemán de Walter Schell y Hans-Dietrich Genscher, que gobernó con socialdemócratas o democristianos según momentos. No es un papel fácil, pues requiere una habilidad que deben entender y respaldar los ciudadanos en las elecciones. Puede objetarse que este 'modelo alemán' tiene dificultades en Alemania pues los grandes partidos retroceden, como en España y Europa, ante el avance de movimientos populistas, ecologistas, incluso algunos partidos liberales renacidos. En España los espacios de rechazo los ocupan Vox y Podemos pero, como España es diferente, podría funcionar bien.
La peor noticia es que el problema más grave de España continúa creciendo: tras las elecciones generales, ahora el independentismo catalán consolida su poder local, incluso logra representación en Bruselas el más radical. En realidad, no hay 'independentista bueno' o 'independentista malo', pues tanto Puigdemont como Junqueras quieren lo mismo, incluso han absorbido a la CUP y su discurso excluyente campea sin alternativa en la sociedad catalana. Es de esperar que Sánchez abandone la idea suicida de apoyarse en el independentismo, como barrunta a veces, y busque pactos con fuerzas constitucionalistas. Para lograrlo deben evitarse excluyentes 'cordones sanitarios' entre izquierda y derecha constitucional, fruto del estratega Rodríguez Zapatero, que tan buenos resultados le ha dado… al independentismo. La designación de Meritxell Batet para presidir las Cortes Españolas, una figura clave en el sistema constitucional, no es un buen precedente. Una vez más, lamento la inexplicable falta de diálogo entre fuerzas constitucionales, necesario para lograr pactos de Estado. Su ausencia es un drama que fortalece por días al independentismo e impide construir un relato conjunto de españoles y catalanes. Ciertamente, ganar ya no es lo que era, ni puede serlo, porque se necesitan ayudas y se ha frivolizado demasiado ante problemas graves que pueden devorarnos.
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