La fuerza del español
Tal inmensidad de hispanohablantes conlleva el riesgo de la fragmentación de la lengua, como en los siglos oscuros de la Edad Media sucedió con el latín o en la actualidad pudiera estar pasando con el inglés
Qué duda cabe, la gran fuerza del español descansa en los cerca de quinientos ochenta millones de personas que cotidianamente lo hablamos a lo largo ... y ancho del mundo entero, concibiendo en español nuestros pensamientos y expresando en español nuestros quereres, afanes, alegrías y preocupaciones.
Pero tal inmensidad de hispanohablantes conlleva el riesgo de la fragmentación de la lengua, como en los siglos oscuros de la Edad Media sucedió con el latín o en la actualidad pudiera estar pasando con el inglés: esa jerga universal de los aeropuertos que, al decir profético de George Bernard Shaw, haría de Estados Unidos e Inglaterra «dos países separados por un idioma común». Frente a esa situación y en contraste con ella, en el mundo plural del español el riesgo parece conjurado.
¿Y por qué estaría conjurado? Entre otros, aquí entran en juego dos factores fundamentales: la voluntad soberana de los hispanohablantes, con naturalidad instalados en un registro común flexible, y el trabajo en pro del entendimiento panhispánico de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que a partir de este lunes celebrarán en Sevilla su XVI Congreso, al que he tenido el honor de ser invitado.
Un Congreso al que me dispongo a acudir con la esperanza, convertida en certeza, de que el reto de la revolución tecnológica, que ahora mismo constituye la prueba de fuego para cualquier idioma, ya ha empezado a ganarse por mor del proyecto estrella de su director, Santiago Muñoz Machado: 'Lengua e inteligencia artificial', enderezado a que las máquinas «no se desmadren y hablen un buen castellano». Cuestión de ganarse el apoyo de Telefónica, Microsoft y demás gigantes de la tecnología, felizmente sumados a la causa.
Desvanecido el peligro de colonización cultural que desasosegaba a Rubén Darío a comienzos del siglo pasado, cuando se preguntaba «¿tantos millones de hombres hablaremos inglés?», ahora encaramos otros retos. Pero cerca de quinientos ochenta millones de hablantes, la unidad idiomática en la diversidad del español sin fronteras y proyectos tan solventes como este garantizan la caída de cualquiera de los muros que pudieran levantar los Trump de turno. En la batalla por el futuro de nuestra lengua, la RAE y ASALE están dando pasos decisivos.
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