El trauma
«Las configuraciones frágiles, vulnerables o dañadas, como concurren en todas las formas de locura, se consideraque han sufrido abusos directos o carencias emocionales básicas en épocas muy tempranas»
Muchos profesionales achacan a traumas emocionales la mayor parte de los sufrimientos y desórdenes psíquicos. Otros muchos, hoy numerosísimos, confían ante todo en los factores ... biomédicas del malestar. Consideran que es la dopamina, en mayor o menor volumen, la que está en el origen de la angustia, las depresiones y los delirios. Hay también un grupo, en general más erudito, que recurre a modelos psicoanalíticos para justificar los desequilibrios edípicos. Por último, con un peso cada vez mayor, se manifiestan quienes atribuyen a causas sociales, como el poder abusivo, la marginación o la segregación, las perturbaciones de algunos individuos.
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Se ve enseguida que sobra donde elegir, así que el sujeto que pide ayuda, en general algo atolondrado y angustiado, la acaba encontrando un poco al azar con quien le toca, le recomiendan o le cae bien.
Viene esto a cuento porque acabo de asistir en El Escorial a una mesa redonda donde varios profesionales se afanaban en defensa del trauma psicológico como fuente principal del sufrimiento mental. Su propuesta remitía siempre a alguna experiencia dañina que dejaba huella en la biografía de muchas gentes. Incluso alcanzaban a sostener, según estas hipótesis y sin caer en un reduccionismo excesivo, que todas nuestras angustias y depresiones provienen, en última instancia, de una vivencia traumática irresistible. El problema, como sucede siempre en nuestros ámbito, es que apenas emitido el juicio sobre que todo sufrimiento puede leerse en idioma traumático, inmediatamente hay que empezar a diferenciar unos traumas más crueles y desbordantes de otros más compasivos y menos dañinos.
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Hay unos traumas ligeros, como enfados, despidos, frustraciones y malestares varios que no dejan de perturbarnos y alimentar nuestra ansiedad, pero siempre sin sobrepasar en exceso la sensibilidad y equilibrio de cada uno. Otros, ya más intensos, son los que han dado lugar al término de 'estrés postraumático', que nació entre los veteranos de guerra americanos, y que poco a poco se extendió a todo tipo de circunstancias violentas. Estos traumas dejan una cicatriz en le vida o una cojera mental, pero no causan destrozo en las bases bien cimentadas de cada uno.
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En cambio, las configuraciones frágiles, vulnerables o dañadas, como concurren en todas las formas de locura, se considera que han sufrido abusos directos o carencias emocionales básicas en épocas muy tempranas. Experiencias que no solo han dejado huella o herida, como las anteriores, sino que han debilitado la estructura central de quien las padece.
Esta es la parte teórica que hoy he querido compartir en beneficio del lector. Otra cosa es la práctica, que a mi gusto no la explicaron bien. Ni quizá pudieran hacerlo.
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