Estremecedor
«A algunos políticos se les realizaron con rapidez las pruebas debidas y de inmediato recibieron atención médica»
Begoñísima Gómez y la gran Irene Montero sufren el coranovirus, quizás contagiadas en esa manifestación cuya fotografía juzgarían imprescindible sus maridos, presidente y vicepresidente ... primero del Gobierno, que no la suspendieron. Y también lo padecen, entre otros políticos, la ministra Carolinas Darías, Quim Torra, Isabel Díaz Ayuso, Pere Aragonés, Rafael Ribó, Santiago Abascal, Javier Smith y parlamentarias como Ana Pastor o María del Carmen Leyte, ambas del PP. El mal campa a sus anchas, aunque se sospecha que concentraciones como la del 8-M de Madrid, el encuentro separatista de Perpignan o el congreso de Vox en Vistalegre contribuyeron a su propagación. Chillar juntos, contraerlo juntos.
En teoría los seres humanos somos iguales ante la enfermedad y la muerte. Pero lo cierto es que a dichos políticos se les realizaron con rapidez las pruebas debidas y de inmediato recibieron atención médica. Como tiene que ser.
Sin embargo, veinte ancianos fallecieron en una residencia de Madrid la noche aciaga del lunes. Ni pruebas ni recursos. «Los están dejando morir solos», lamentó el hijo de una de las víctimas, parece que por desgracia cargado de razón. Como no puede ser.
O sea, seguiría valiendo aquello de Orwell en 'Rebelión en la granja': «Todos los animales somos iguales, pero algunos animales son más iguales que otros». En un extremo la casta que decía Pablo Iglesias, ahora encabezada por él; en el otro los desahuciados. Y los demás en medio, ni privilegiados, ni indefensos. Estremecedor.
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