Ensayo general del Apocalipsis. Toma 1
«Entrenados ya en modelos cada vez más distantes de la experiencia como vía de conocimiento, y de este en cuanto aprendizaje interior, muchos jóvenes observan –aparentemente impertérritos– cómo se derrumba el mundo»
Parece que nadie pudo predecir que una situación así terminaría produciéndose. Y –ahora– nos encaminamos hacia eso que se denomina la 'nueva normalidad'. Si bien, ... se vuelve difícil asumir esta expresión, pues alude a una existencia distinta, cuando –para muchos– todo lo vivido se acerca más a la ficción que a la realidad. Esto que hemos padecido dejará grandes secuelas en nuestras vidas, independientemente de que nos hayamos contagiado con el virus o no. La atrofia de olfato y gusto –que constituye uno de sus efectos– no significa apenas nada al lado de las múltiples pérdidas que harán casi imposible retornar a «lo normal».
Porque he comenzado mencionando que esta pandemia se ha descrito como impredecible, pero para algunos quizá no lo fue tanto. Y no hablo solo de los lúcidos analistas que alertaron sobre la probabilidad de su llegada. Me quiero referir a otras fuentes o vías que, desde las culturas populares y de masas, presagiaban –con sus modestas historias– que algo de este tipo podría ocurrir. Cabe decir que, mientras una parte de la población (identificada como 'grupo sensible') se ha encontrado inesperadamente en el ojo del huracán, otra –de edad muy inferior– ha contemplado lo que pasaba más desde lejos, a veces casi como un espectáculo de terror ajeno a ella. Consecuentemente, se diría que ha habido niños y jóvenes que asistieron al advenimiento de la crisis cual si se tratara del estreno internacional de una película de ciencia ficción. Aunque este género no fuera precursor en anunciarla.
Recientemente, se ha extendido la idea –por redes sociales– de que hubo quienes, años atrás, profetizaron desastres similares tanto en novelas como en series o tebeos. Y es verdad que, en el ámbito de la ciencia ficción, circulaban relatos que auguraban cómo en el 2020 el hombre llegaría a Marte y los robots vivirían como uno más entre nosotros, humanizándose. Pero habría que recordar cómo bastante antes –y precediendo igualmente las inquietantes coincidencias en este sentido de Los Simpson o Astérix– el famosísimo cómic de Mortadelo y Filemón, creado en 1958 por Francisco Ibáñez, ya apuntaba en esa dirección. Pues hace más de una década que sus dos protagonistas se enfrentaban a una pandemia mundial originada en China. En este papel premonitorio podríamos toparnos también al muy conocido escritor Stephen King, quien en su novela 'Apocalipsis' nos advertía de que no sabríamos reaccionar ante una situación como la que estamos teniendo que sufrir. Por último, la distopía que habría de ser calificada como «guinda del pastel de los horrores»: la exitosa serie de Netflix, 'Dark'. La cual fue muy tomada en consideración por un público juvenil cuando, en uno de los episodios, vaticinaba el fin del mundo debido a un potente accidente nuclear que sobrevendría en el 2020.
En todo caso, ha resultado obvio para un buen número de seguidores de dicha serie que las peores profecías tienden a cumplirse, porque este no se está caracterizando por ser exactamente un gran año. Aunque –hoy– todas nuestras preocupaciones se hallen centradas en la crisis sanitaria que nos aqueja, solo tenemos que dirigir la vista al pasado y contemplar, entre otros terribles acontecimientos, catástrofes como los incendios que se produjeron en Australia. Y el futuro no se presenta mejor si –por ejemplo– prestamos atención a hechos como el asesinato de George Floyd y las revueltas que ya ha provocado, primero, en Estados Unidos y, luego, en otros países. Tales sucesos empiezan a asemejarse a los nuevos capítulos de esa especie de terrorífica serie en que nos veríamos atrapados en la actualidad.
Pero lo que resulta claro es que todos estos desastres están cambiando las cosmovisiones al uso, la forma en la que pensamos y cómo afrontamos lo que acaece. Entrenados ya en modelos cada vez más distantes de la experiencia como vía de conocimiento, y de este en cuanto aprendizaje interior, muchos jóvenes observan –aparentemente impertérritos– cómo se derrumba el mundo. Y nos llevan ventaja a la hora de interpretar tales indicios, de identificar este ensayo general de Apocalipsis, pues han asumido como algo natural la distorsionante irrupción de la ficción en nuestra realidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión