Riesgo de deterioro judicial
La crispación política tensiona la cita más importante de la Justicia, inicio de una sucesión de escándalos que salpican a PSOE, PP y al fiscal general
La apertura del año judicial celebrada ayer en el Tribunal Supremo, considerada la cita más importante de la Justicia por su contenido y solemnidad, fue mucho más que el acto «singular» con el que calificó su cuestionada participación el fiscal general del Estado. Procesado por la presunta filtración de la confesión fiscal de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Álvaro García Ortiz escenificó con su intervención la anómala situación con la que arranca el curso en los tribunales. Con el máximo representante del Ministerio Público a punto de ser juzgado por magistrados del Supremo a los que también se dirigió en su comparecencia, convencido de la «independencia del Poder Judicial». Sin la presencia del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que prefirió arropar a su baronesa en un mitin en Madrid. Y en medio del fuego cruzado entre asociaciones de jueces, divididas por la continuidad del fiscal en el cargo. El insólito gesto de fiscales y magistrados progresistas de aplaudirle al término de su discurso es más que una anécdota.
Presidida por el Rey, la ceremonia del Año Judicial no fue la escena más alentadora para retomar el curso y preservar el prestigio de instituciones esenciales en un Estado de Derecho. García Ortiz no está obligado a dimitir ni Pedro Sánchez forzado a relevarle, pero la alta responsabilidad que conlleva el liderazgo de la Fiscalía debería ser razón más que suficiente para apartarse al menos hasta que se esclarezca su caso y se imponga lo que él llama «la verdad». Tampoco ayudan a evitar el deterioro judicial las injerencias de Sánchez, acusando en vísperas a algunos jueces de «hacer política», y plantones como el del presidente del PP, por mucho que tenga el derecho de protestar contra el Gobierno. Pero hacerlo ayer de la mano de Díaz Ayuso revela cierta ansiedad por estar al lado del ala más beligerante entre sus filas.
Es el momento de recuperar el buen hacer de la Justicia –y eso también pone el foco en algunos excesos cometidos por instructores como el juez Peinado– y de exhibir sus indudables fortalezas para sacudirse el riesgo de devaluación al que le aboca la crispación política. Urge frenar la tensión porque el Año Judicial dará inicio a una insoportable sucesión de escándalos que salpican a Sánchez y al PSOE –los juicios a su mujer y a su hermano, y la red corrupta presuntamente urdida por sus dos secretarios de Organización–, al PP –casos 'Gürtel', 'Púnica' y 'Kitchen', entre otros– y al fiscal general, al borde del banquillo.