Hermanos de armas

La mutua necesidad espoleó el encuentro entre Vladímir Putin y Kim Jong-un en la instalación espacial rusa de Vostochni. En su obstinación por prolongar la invasión de Ucrania, el Kremlin dispara miles de proyectiles cada día y la gran cantidad de munición almacenada por Corea del Norte le aporta desde el año pasado armas convencionales y suministros para reabastecer su mermado arsenal. El dictador norcoreano recibe a cambio petróleo, gas natural y trigo, pero ahora busca tecnología para producir satélites y sumergibles nucleares. Un material al que no puede acceder por las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, algunas de ellas bendecidas por Moscú en el pasado. Un mayor intercambio comercial entre ambos países revelará si se suscriben nuevos acuerdos pero entretanto Kim desempolva su amenaza para los países vecinos con el lanzamiento de dos cohetes de corto alcance. Y Putin encandila a su visitante con la posibilidad de enviar al espacio a un cosmonauta norcoreano, cuando todavía está fresco su fracaso con la sonda Luna-25. Todo en una jornada en la que los ucranianos inutilizaron un submarino y un buque de desembarco en la ocupada Crimea.