Editores de aquí, libros de ahora
«Editores de aquí y autores de ahora, necesarios unos y otros»
Si por algo me defino y en algo me reconozco, por encima de ocupaciones adventicias, es por la condición de lector al modo fijado por ... Cervantes en el Quijote: «Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero, y como soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles…», papeles rotos, por cierto, de los que atesora una colección nada menor (en especial de hojas volandera y pasquines antifranquistas).
Y desde tal condición, cómo no iba a aficionarme a las obras perdidas con tanto sentido de la oportunidad recuperadas por Maxtor o a los cuadernos secretos rescatados por Cálamo: ya la 'Agenda' de la guerra incivil de Gaya Nuño, quizás el único testimonio escrito desde las trincheras del frente de Guadalajara, ya la memoria herida de su mujer, Concha de Marco, resistente en «la patria de otros». Pero lo mejor es que Maxtor y Cálamo, dos editoriales de aquí que han logrado ganarse un sitio en el panorama competidísimo del libro en español, por fortuna no caminan en solitario.
Al contrario, de un tiempo a esta parte han surgido un puñado de editores heroicos: heroicos, entiéndase, en el sentido juanramoniano de la palabra, partidarios la literatura por encima de las circunstancias, sean estas comerciales o políticas, que en consecuencia publican obras de otra manera tal vez condenadas al olvido o a la autoedición: clavo ardiente al que tuvo que aferrarse un escritor tan de verdad como José Antonio Abella para regalarnos a los lectores 'La sonrisa robada', crónica narrativa de una historia desgarradora con la que ganó el XII Premio de la Crítica de Castilla y León, a quien Páramo acaba de publicar 'La llanura celeste', novela entretenidísima.
Maxtor, Cálamo, Páramo, Eolas o, entre otras, Difácil, desde donde César Sanz en colaboración con los duendes de la literatura obra el milagro de hacer fácil lo difícil. Verbigracia: arrancar a Mauricio Herrero, el poeta de 'La presencia inasible de la luz', accésit en el Gil de Biedma, su segundo y esperado poemario: 'Todos los tiempos', un don alumbrado desde las cenizas. Editores de aquí y autores de ahora, necesarios unos y otros. «Un pueblo sin literatura –decía Delibes– es un pueblo mudo».
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