Disparates
Algo que decir ·
«Para que todo vuelva a su ser en el mundo del ladrillo lo único procedente es esperar»El batacazo del sector inmobiliario en la crisis de 2008 fue de tal magnitud que muchos pensamos que sería definitivo. Daba pena y grima ... recorrer el centro y los extrarradios de cualquier ciudad, un día llenos de grúas y al siguiente de esqueletos de casas a medio construir. En momentos así de dramáticos, olvidé la frase de un buen amigo que habré repetido varias veces en esta sección: los únicos errores económicos que siempre arregla el tiempo son los inmobiliarios. Ha tenido que pasar una década larga tras aquella hecatombe para que la construcción empiece a revivir, y aunque es dudoso que de la noche a la mañana volvamos a hacer cola en las agencias inmobiliarias para comprar un piso, todo va volviendo, poco a poco, a la 'normalidad'.
Una prueba más del retorno a la buena vida es la puesta en valor de muchos de esos inmuebles, generalmente céntricos, abandonados como cachorros (o ancianos) en época de vacaciones. Pasar por las calles de Perú, Claudio Moyano o la Bajada de la Libertad y ver cómo se degradaban edificios históricos o emblemáticos de la capital era, como las grúas inútiles en casi todas partes, el recuerdo vivo de la especulación, de la ambición desmedida que tantos disgustos ha costado.
Pero, en fin, como decía mi colega, para que todo vuelva a su ser en el mundo del ladrillo lo único procedente es esperar. Sería deseable, no obstante, que en estos años tan dolorosos hayamos aprendido algo de los disparates cometidos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión