Desinformación
«La Secretaría de Estado de Comunicación será de las encargadas de luchar contra la desinformación»
Que la desinformación es una plaga lo tengo claro. También que siempre existió. Y que hoy es más dañina que nunca por el efecto de ... la tecnología en la difusión de bulos. Y afirmo que solo vemos el inicio de lo que va a ser, porque ya hay herramientas, cada vez más perfeccionadas y más baratas, que permiten modular un discurso con la voz de otra persona o cambiar una cara por otra en un vídeo manteniendo las expresiones faciales.
«Hagamos algo, entonces», me dirán.
Lo que pasa es que ahí se acaban mis certezas. Y no es porque no trate de encontrarlas, ojo. Acumulo libros y lecturas para entender el fenómeno y acotarlo y averiguar de qué modo podría acabarse con una carrera hacia el absurdo que amenaza a nuestra comprensión del mundo en el que vivimos. ¿Exageración? En este año 2020 hay terraplanistas. ¿Qué otra prueba quieren?
El caso es que no lo logro.
No tengo ni idea. Porque, al mismo tiempo que considero una peste esa desinformación que campa por las redes sociópatas, me enfrento a la necesidad de defender la libertad de expresión. Y mis convicciones chocan y se contradicen y no encuentran el modo de poner unos límites sin que se transgredan unas o las otras.
Por suerte, el Gobierno lo tiene más claro que yo y ha definido la desinformación en el BOE con dos líneas traducidas de un documento de la Unión Europea y ha trazado un plan sin fisuras, oiga. Empieza así. Los órganos que lucharán contra la desinformación son tal, tal y «3. La Secretaría de Estado de Comunicación». En el país de las 'ruedas de prensa sin preguntas', ese oxímoron, las comparecencias plásmicas y los medios 'independientes' fundados por un partido del Gobierno, ¿qué puede salir mal?
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