Covid-19: La enfermedad... y el remedio
«La paralización económica iniciada impide un incremento del PIB y es probable entrar en recesión tras el segundo trimestre»
Si un escritor hubiera relatado hace un año la crisis del Covid-19, hubiera quedado como un imaginativo creador de distopías, un digno heredero de ... la inquietante '1984', de George Orwell. El hecho es que la realidad ha superado el relato que no llegó a escribirse, aunque existe una literatura de 'thriller médico' cuyo mayor representante es el prolífico médico norteamericano Robin Cook, en cuyas novelas los USA suelen ser amenazados por mortíferas epidemias. Pero la realidad está aquí, es más compleja que ese subgénero y está mucho más próxima a la distopía que al 'thriller'.
La Humanidad afronta una pandemia de modo global y simultáneo, bajo la dirección de la OMS. Este organismo cambió hace años la definición, suprimiendo la «mortalidad significativa» y llevaba varios años detrás de la aparición de una pandemia global que, por fin, parece que ha encontrado con un virus de muy fácil contagio, el Covid-19. Tras ello se ha convertido en una de las instituciones más poderosas del planeta. Nadie puede atreverse a discrepar de sus recomendaciones, que deciden sobre salud y enfermedad, vida o muerte. Impresiona ver La Meca vacía, parece una imagen manipulada, pero basta contemplar nuestras calles vacías, desde nuestro confinamiento doméstico, para sentir el impacto de la crisis.
No se trata de la epidemia más peligrosa, las ha habido mucho peores, como el ébola, pero preocupa porque su facilidad de contagio puede colapsar sistemas sanitarios. Las epidemias antiguas tardaban años en desplazarse, dados los limitados medios de transporte, pero en el globalizado mundo actual cualquiera puede llegar a cualquier lugar en menos de veinticuatro horas: los virus también, y dejando un rastro. En España, esta vulnerabilidad sanitaria induce el excepcional estado de Alarma.
Ulrich Beck planteó «la sociedad del riesgo», «donde los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales tienden cada vez más a escapar de las instituciones de control y protección de la sociedad industrial». Debe entenderse que un riesgo es resultado de una decisión, pero la amenaza es impuesta, como en este caso. La pandemia provoca un gravísimo impacto político -en pocos días se han retrocedido siglos en el tiempo, se cierran fronteras, se decretan normas draconianas, se discrimina a las personas- y económico, cuya grave incidencia es de alcance desconocido. La crisis paraliza la actividad económica, bloquea el comercio, desestabiliza el tejido social… induce el efecto colateral de crear víctimas y conflictos sociales, en especial se agrava por la implicación internacional de la economía globalizada y por una recesión que se iniciaba, sin una recuperación plena de la de 2008.
La OMS ha soltado una bomba, desde un punto de vista sanitario, sin tener atados todos sus cabos, y espera a ver qué pasa. Hace tiempo que se temía, como otros riesgos propios de nuestra sociedad digital, víctima de numerosos ciberataques a organismos sensibles de seguridad o económicos; son unas «guerras blancas», sin sangre, pero destructivas para las sociedades atacadas, dañando su tejido social, productivo, financiero, su Administración. Pero nunca ha existido una crisis sanitaria similar y deben sacarse conclusiones ante amenazas globales, de origen variable, ya sea natural o inducido. La novedad provoca desconcierto y la OMS tampoco aporta claridad, así que los gobiernos dan respuesta sobre la marcha, según conocen impresiones de la OMS o decisiones de otros gobiernos.
Se necesitan liderazgos competentes y ponderados, cuya presencia no se ve, la UE debe actuar de forma coordinada, ante una crisis que afecta a todos sus miembros, y nada volverá a ser como antes, cambiará el sentido del trabajo y la economía. Pero la crisis se superará y aportará experiencia y protocolos nuevos, aunque, de momento, prevalece la incertidumbre sanitaria y la preocupación ciudadana ante una economía paralizada. No hace falta ser economista para temer el resultado y los ERTES hacen su aparición.
Las redes sociales de nuevo asumen un protagonismo heterogéneo y descontrolado que evidencia cómo, todavía, la sociedad no ha asumido la inmediatez de su impacto: forman parte del riesgo y de la solución. No es posible evitar 'fakes' del miedo y de los amigos del río revuelto, pero Internet también es un poderoso aliado, ya es determinante y lo será para el nuevo modelo que surja. Esperemos que la estabilización informativa, según pasen los días, acostumbre a seleccionar e ignorar los 'fakes' y consolide los resultados del admirable esfuerzo de los profesionales sanitarios: ellos son el remedio a la primera gran amenaza global. En riesgos como el cambio climático las decisiones son nuestras.
Todo el devenir político previo en España -crisis catalana, Presupuestos Generales del Estado, ralentización económica, la caótica gestión de Asuntos Exteriores, etc.- parece barrido por el vendaval Covid-19, aunque continúa sin verse su salida. La paralización económica iniciada impide un incremento del PIB y es probable entrar en recesión tras el segundo trimestre. Es conocido que, a veces, los dioses castigan a los humanos concediéndoles sus deseos; Sánchez e Iglesias ambicionaban el Poder a cualquier precio y lo consiguieron, ahora pueden disfrutarlo en un escenario abrumador. A veces los dioses son sarcásticos, en especial si la elección es un fruto ciudadano.
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