Plaga de expertos
«Del casi todo prohibido se pasó al todo vale, y el personal, es cierto, anda algo desorientado»
Es activar el móvil y tener al alcance de la mano una pléyade de expertos. Todos, o casi, en crecimiento personal. Muy bien, muy majos ... todos, aunque por algunas de las frases iniciales (de ahí no paso) de sus anuncios promocionales, pues no dejan de ser eso, no sé si lo mejor es que hicieran una gran quedada entre ellos para una terapia conjunta. Para que vayan creciendo todos al menos es sus posibilidades y capacidades comunicativas. Salvo, no sé, que sus mensajes estén pensados para el público infantil como destinatarios finales. Y que ninguno se tome a mal estas palabras, eh, a ver si se va a resentir su autoestima, que lo primero es quererse a uno mismo.
Quizá antes también eran legión los que se dedicaban, bajo unas apariencias u otras, a explicar cómo debe actuar uno para lograr la ansiada felicidad. El caso es que aparecen ahora todos de golpe, zas, y sueltan frases sentenciosas que ríete tú del Antiguo Testamento. O de Séneca. Del casi todo prohibido se pasó al todo vale, y el personal, es cierto, anda algo desorientado. El populismo, además, fomenta comportamientos más propios de la esquizofrenia, con efectos reactivos y agudos como toda ideología estupefaciente. Hay que buscar causas a las que engancharse para justificar lo cotidiano. Eso tan rutinario de levantarse por las mañanas. Y si al rato hay que desengancharse pues solo hay que estar atentos a que algún gurú explique, muy sen-ci-lli-to, que las cosas han cambiado y hay que mirar en dirección opuesta.
No sé en qué medida se diferenciará el actuar social con el puramente personal de cada individuo, pero creo que en ambos ámbitos no existe mucha diferencia para una gran parte de la ciudadanía que se deja arrastrar por viejos ecos de leyendas y epopeyas familiares. Mitos que sitúan en un bando, o en otro, anclajes mentales que impiden una evolución, una comprensión madura y adulta de la realidad. Enfrentamientos arraigados en ese territorio emocional en el que no caben reflexiones ni razonamientos.
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Y, así, entre miedos y resentimientos, gran parte de los ciudadanos, ajenos en gran medida a los mecanismos de manipulación más o menos sutiles puestos en funcionamiento desde la sala de máquinas del poder (experta en intoxicaciones), impide que se suelte el freno de mano para que el planeta social rote de modo natural, equilibre balanzas y compense errores.
La plaga de expertos en crecimiento personal contrasta con la epidemia social que no encuentra antídoto para ese veneno al que llaman ideología, trinchera autista para el entendimiento, el avance, la libertad y la igualdad.
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