Secreto a voces
«Los ciudadanos de a pie nos vamos de vacaciones mientras que los empresarios se marchan con las alarmas puestas, sin conocer todavía en qué quedarán al fin las amenazas del irredento presidente Trump»
Se acabó lo que se daba. Los ciudadanos de a pie nos vamos de vacaciones con la esperanza de que no suene mucho el móvil ... mientras estamos en el chiringuito, mientras que los empresarios se marchan con las alarmas puestas, sin conocer todavía (seguramente lo sepan el viernes, ya en carretera), en qué quedarán al fin las amenazas del irredento presidente de los Estados Unidos sobre los aranceles a la Unión Europea. Cosas de la era Trump, que además de la candidatura del irredento para el Nobel de la Paz, en un mundo que se desangra cada día un poco más gracias a su mediación, empieza a crear moda entre las democracias con variación hacia el autoritarismo, entre ellas la española. La última, tan fragante como flagrante, la conocida como Ley Bolaños, que, a modo de réplica de la pugna del irredento con la CIA, pretende aquí dejar la Información Clasificada (hasta ahora Secretos Oficiales) en manos de Presidencia, en lugar del CNI. Gobierno versus Estado o la habilidad de hacer de la necesidad virtud: más poderes para el Presidente, a pesar de los rezongos de los ministros de Exteriores, Defensa e Interior, los ministros de Estado.
Otro modo de corrupción 'sistémica', de esa que dice el presidente Sánchez que no es cosa suya ni de Zapatero, sino más bien de los gobiernos de Rajoy y Aznar, sin terminar de aclarar hasta qué punto lo fue también del gobierno de Felipe González. Ignorando, como si con él no fuera la vaina, eso que dejó escrito Saramago de que la corrupción es «un sistema que se autorreproduce» lo mismo para tirios que para troyanos. Y marchándose a su vez de vacaciones con los últimos ecos de su marcador parcial de dos a uno esta semana. Dos a favor: los ribetes del caso Montoro, cada vez más asombroso no por menos sospechable, y el extraño caso de Noelia Núñez, sacrificada en los altares del PP por mentir en su currículum, y por ver también si alguno se acuerda, de rebote, del propio currículum de la mujer del presidente. O del propio presidente, cuya tesis se salvó por alcanzar solo un 13% de coincidencias frente al 15% que considera plagio el sistema Turnitin, de internet…
Y el uno en contra: las salpicaduras de Ximo Puig, otrora presidente de Valencia, en los casos Mediador y Azud; en la cuestión de los fraccionamientos fraudulentos de la Generalitat Valenciana o en la de las subvenciones públicas y las facturas falsas de su hermano Francis. Tocado, pero ni mucho menos hundido, en concordancia con el propio Sánchez.
Y todo esto que sucede y que parece que no sucediera delante de nuestras narices, mientras aumenta la necesidad de tomarse más cervezas y leer menos noticias sobre la corrupción, sobre los aranceles o sobre los secretos oficiales. Y pasa o pasa sin consecuencias no sé si sencillamente porque estamos tontos o porque es verdad lo que dice ese estudio de la Universidad de Nottingham, que nuestro cerebro ha envejecido un promedio de 5,5 meses desde la pandemia, y después de eso todo nos importa un pepino. O por las conclusiones del famoso 'Efecto Flynn inverso', estudiado por Braysberg & Rogeberg antes de que llegara el Covid19, que asegura que el coeficiente intelectual humano está en regresión desde hace años, debido a cuestiones como la educación, la calidad nutricional, la exposición a las pantallas o el ocio pasivo. O a lo mejor por una simple cuestión de salud mental, como denuncia el demoledor informe que AXA presentó el pasado mes de marzo, que concluye que un 59% de la población española sufre estrés, un 48% presenta algún cuadro de depresión y un 23%, ansiedad. Otro secreto a voces, la de nuestra precariedad para interpretar la realidad, que no terminamos de admitir… y menos de vacaciones.
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