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La socialista María Chivite (i), entrega su voto en el Parlamento de Navarra durante la primera votación del proceso de su investidura. En segundo plano, Bakartxo Ruiz, de EH Bildu. Efe
Bildu no es lo mismo

Bildu no es lo mismo

La carta del director ·

«Navarra, con sus hondas complejidades sociales e identitarias, pasará a estar intervenida de facto no ya por los sueños nacionalistas y anexionistas de Geroa Bai, sino por el impulso de quienes siguen justificando que en su momento muriesen más de mil personas asesinadas por el terrorismo de ETA»

Ángel Ortiz

Valladolid

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Domingo, 4 de agosto 2019, 08:39

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Confieso que el pacto de gobierno en Navarra, al que me he referido en varias ocasiones desde hace semanas en este espacio, me toca la fibra de una manera especial. Influye que nací, me crié, estudié y trabajé hasta los 27 años en Pamplona, ciudad en la que conservo a mi familia. Pero también que la investidura de la candidata del PSOE, María Chivite, como presidenta navarra gracias al apoyo de Geroa Bai –brazo político del PNV en la Comunidad Foral–, Podemos e Izquierda-Ezquerra, y con la decisiva abstensión de los proetarras de Bildu, lanza, particularmente en este momento político en nuestro país, un mensaje demoledor, mucho más grave que el que pudo representar en su día, por ejemplo, el apoyo de Bildu a la moción de censura de Pedro Sánchez. Porque no es lo mismo. El arco parlamentario navarro está mucho más polarizado que el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez, que iba a convocar elecciones de inmediato, aunque luego se arrepintió, podía intentar apoyarse en otras fuerzas –Ciudadanos, sin ir más lejos– para sacar adelante sus proyectos. Bildu ocupa apenas cuatro escaños de 350 en la carrera de San Jerónimo, un 1% de los votos, y fue un mero instrumento de la moción. Pero en Navarra son el doble y respecto de una cámara de 50 escaños. Acumulan casi un 15% del electorado. María Chivite, por tanto, no podrá hacer nada, no podrá mover un dedo –así se lo recordó oportunamente Bakartxo Ruiz, la portavoz de EH Bildu, el jueves en la primera sesión de investidura– sin antes asegurarse los votos necesarios de la coalición radical abertzale.

«Lo que más ofende el sentido común, lo que de verdad adultera el debate político en torno a procesos como el que comentamos del Gobierno de Navarra, es la facilidad con que muchas voces reconocidas y reconocibles sitúan en el mismo plano, pero en extremos opuestos, a Vox y a Bildu».

No es lo mismo porque Navarra, con sus hondas complejidades sociales e identitarias, pasará a estar intervenida de facto no ya por los sueños nacionalistas y anexionistas de Geroa Bai, sino por el impulso de quienes siguen justificando que en su momento muriesen más de mil personas asesinadas por el terrorismo de ETA y que aún continúan homenajeando y arropando a sus verdaderos héroes: tipejos como Xabier Ugarte Villar, uno de los secuestradores de José Antonio Ortega Lara, al que se le abrió un pasillo de honor en Oñate tras cumplir condena en la prisión de Topas. Hoy cobra un valor inmenso, inalcanzable, el recuerdo de la alianza que sellaron hace diez años el PSE de Patxi López y el PP para sacar al PNV del Gobierno Vasco. No hemos progresado mucho en este tiempo, la verdad.

Con todo, lo que más ofende el sentido común, lo que de verdad adultera el debate político en torno a procesos como el que comentamos del Gobierno de Navarra, es la facilidad con que muchas voces reconocidas y reconocibles sitúan en el mismo plano, pero en extremos opuestos, a Vox y a Bildu. Ha sucedido con los pactos que han propiciado el gobierno en Madrid, para el PP, o la alcaldía de Palencia, para Ciudadanos. ¿Pactar con Vox es lo mismo que hacerlo con Bildu pero al revés? No lo es. Ni de lejos. A pesar de todo, referentes como el concejal de Barcelona Manuel Valls se despachan con mensajes como este que publicó hace unos días en una popular red social: «Hola, ¿hay alguien ahí? En Madrid populares y Ciudadanos van a gobernar porque les va a votar Vox. En Navarra el PSOE y sus socios van a gobernar porque HB Bildu lo permite. Los constitucionalistas lo están haciendo muy mal...» Perdone usted, pero no es lo mismo.

La ultraderecha de Vox puede defender ideales xenófobos, machistas, viejunos, casposos, clasistas, guerracivilistas incluso. Ello les retrata como una fuerza deplorable desde bastantes puntos de vista, trasnochada, temible. Asimismo, Bildu y PNV, como CiU o ERC en su momento, pueden defender la independencia de determinados territorios del país, pueden justificarlo con argumentos supremacistas, pueden hasta construir un argumentario fundado en medias verdades, oportunos olvidos y exageraciones... Lo que les parezca. Pero ojo, Bildu defendió el terrorismo, formó parte de su estructura y sigue celebrándolo, como en Oñate. Eso representa una diferencia que jamás habría que blanquear desde la equidistancia. Igual que, en otra escala y con otra gravedad –pues también en eso hay que atender a los matices–, ERC y PdCat doblaron en 2017 el brazo a la Ley para alcanzar por la fuerza, antidemocráticamente, sus aspiraciones separatistas. Unos, como Otegi, y otros, como Junqueras, acabaron en el banquillo. Así es que no es lo mismo. De hecho, no es ni parecido.

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