Anatomía de un suicidio
La aventura humana ·
Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Coincidimos en una terraza de verano y comenzamos a charlar. Creo que fue en torno a 2003. Teníamos ... muchas cosas que rememorar. Nuestro tiempo en el instituto, la pandilla y, claro, las chicas, a las que les habíamos perdido la pista. Me contó que dos años antes había sufrido un accidente de motocicleta junto con su pareja y que pasaron una larga temporada en un hospital de Madrid. Junto a su hermano, regentaba un floreciente negocio de joyería, heredado de sus padres, que estaba enclavado en una de las mejores zonas de la pequeña ciudad en la que ambos vivíamos. A pesar de eso, no coincidíamos. Hasta aquella noche.
Era el mismo de siempre: socarrón, divertido. Guardaba el mismo atractivo físico que cuando éramos adolescentes. En este terreno, siempre le fue bien; otra cosa era la relación que mantuvo con su padre, un mandamás conservador que se resistía a sus propuestas de modernizar el negocio. Nunca tuvo una buena relación con él. Una vez fallecido, mi amigo y su hermano llevaron a cabo sus propósitos. Todo parecía ir viento en popa. Nos despedimos con un efusivo abrazo y quedamos en vernos más.
Al día siguiente, mientras desayunaba en una cafetería, ojeaba un diario local. En la página dedicada a las esquelas aparecía la suya. Caí en un estado de 'shock'. Había pasado muchas horas con él y no presagié qué se le estaba pasando por la cabeza. Pensé: diablos, era una charla entre amigos y creo que no dije nada inoportuno. Tuve que irme a casa, entre sollozos. No fui a su entierro. Días más tarde me enteré de que había ingerido un mortal cóctel de medicamentos. Sentí cierta culpabilidad, aún desconozco el porqué.
Hay quien piensa que un suicida es un sujeto cobarde, que se quita la vida por no querer afrontar los problemas que le acucian. No estoy de acuerdo. Hay que tener mucha determinación. Lo contrario es plantear el asunto con cierta ligereza. Es una decisión que se toma en un segundo, tal vez. Para mí, fue un acto de soberanía. Hace unos días me acordé de él, por eso he escrito este artículo.
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