La aspereza
«Desaparecen las tiendas genuinas, autóctonas, con personalidad, y nos las cambian por los mismos clones de laboratorio que te encuentras en cualquier ciudad europea»
El Ayuntamiento de Valladolid ofrecerá clases gratuitas de idiomas (inglés, francés y portugués) a 240 dependientes de comercio para que puedan atender mejor al turista ... internacional. No me parece mala idea, aunque no sé yo si llegaremos a tiempo de evitar que el centro de la ciudad se convierta en un museo fantasmagórico por la noche y en un catálogo de franquicias por el día.
Desaparecen las tiendas genuinas, autóctonas, con personalidad, y nos las cambian por los mismos clones de laboratorio que te encuentras en cualquier ciudad europea. La globalización era esto.
Pero los comerciantes de Valladolid tradicionalmente tenían otra característica esencial: su antipatía, su sequedad, su tirantez. Llámenlo como prefieran, pero todos sabemos de lo que estamos hablando. Ese rasgo, que también se está perdiendo, nos hacía únicos y yo creo que nos diferenciaría de cara a ese turismo internacional que ahora pretendemos atraer de forma un poco obsesiva y, por qué no decirlo, tercermundista.
Hasta ahora, a los extranjeros se les hablaba a voces y muy despacio, como si la extranjería fuera una discapacidad auditiva o intelectual. Con estas clases de idiomas que facilita el Ayuntamiento, ya no hará falta subir el volumen ni hacer aspavientos; pero deberían impartir también algún ciclo formativo de Aspereza (nivel usuario y avanzado) para que no se extinga esa peculiaridad que forma parte de nuestra idiosincrasia y casi de nuestro folclore. A mí, en Valladolid, la madre de 'Psicosis' me ha vendido calcetines más de una vez. Con eso creo que ya les digo todo.
La aspereza la notan los turistas cuando nos visitan y la notamos nosotros (o más bien su ausencia) cuando vamos de tiendas en otras ciudades o países. Debo confesar que tanta sonrisa y tanta amabilidad, por la falta de costumbre, me descoloca y me pone nervioso. En el sur, una dependienta de una tienda me llamó «cariño» y yo me asusté tanto que salí precipitadamente del establecimiento (a través del escaparate).
En el año 2050, seguiremos sin soterramiento y ya no existirán tiendas tradicionales en el centro de la ciudad, pero habrá quizás una ruta teatralizada del antiguo comercio de Valladolid, y unos actores fingirán que te venden todos esos productos que tú habitualmente compras por Internet, pagas escaneando tu iris y un dron te deposita en el balcón. «Hola, buenos días», saludarás tú. «Serán buenos para ti, pelele», te contestará el actor o la actriz, poniendo cara de acelga, y tú te sentirás como en casa y a lo mejor hasta se te escapa una lagrimilla nostálgica.
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