Dos décadas de 'boom coreano' en el Camino: del único peregrino que pasó por León en 1998 a los 4.370 de 2018

Pero algo llama su atención. Tres jóvenes de 1,80 y rasgos asiáticos ataviados con sombrero, chubasquero, mallas largas y un mapa encaran la calle con paso dudoso. Los tres ven León a través de sus gafas de lejos, pero los cristales no ayudan a que la mirada sea definitiva.

Preguntan en un inglés extraño que dónde está la Catedral a un matrimonio que personaliza aquello de la mediana edad, recibiendo la respuesta en un inglés que bebe de otras influencias diferentes a las suyas. Al final, el gesto universal de la mano indicando a la cosa aclara a los tres jóvenes ante la mirada de los viejos, que siguen viendo a estos guajes extranjeros como elementos extraños de un paisaje tradicional.

La novedad ya no es tal y ha venido para quedarse. Y no solo para quedarse, sino para ir a más.

Los surcoreanos han dejado atrás lo de ser la anécdota curiosa del Camino de Santiago. Solo en 2018, un total de 4.370 peregrinos de este país asiático pasaron por los albergues de León durante todo el año.

Atrás queda aquel peregrino solitario que hizo noche en 1998. Solo él se animó a completar la ruta jacobea un año después de que nadie de su país se calzara las botas hacia Compostela pasando por la capital. Un pionero que puso la primera piedra de algo imparable que está al borde de alcanzar la cifra mágica de 5.000 peregrinos. Quizá este año.

«Por aquí paran bastantes, les gusta mucho que nuestro albergue tenga cocina», comenta Ana Fontano, guía oficial de Sahagún, uno de los pasos clave del Camino por la provincia leonesa. El 'boom' en la villa facundina es tal que les ha animado a ofrecer el plano de la localidad en coreano.

En este fenómeno también han cambiado las maneras. Los surcoreanos han ido dejando atrás el crudo invierno (que ayudó a extender el falso mito de que no sabían a lo que venían ni a lo que se enfrentaban), apostando por épocas más favorables.

Tal es así, que mayo y octubre son sus meses favoritos para llegar a Santiago, en una opción que eligieron 782 y 638 peregrinos surcoreanos respectivamente. Eso sí, por estación, la primavera gana con claridad.

Aquellos jóvenes coreanos que vieron los jubilados en la calle Ancha marcan el grueso del colectivo. Una inmensa mayoría (1.375) tienen entre 20 y treinta años, aunque los de entre 60 y 64 vienen pisando fuerte (484).

Eso sí. En lo que comulgan aquellos que llegan de Seul es en la forma de cumplir con la peregrinación. Un ínfimo 2,9% opta por la bicicleta para llegar a la Plaza del Obradoiro, siendo la opción mayoritaria la de buscar unas buenas botas.

A la hora de salir, la gran mayoría elige la localidad francesa de Saint Jean Pied de Port como punto de partida, aprovechando el largo viaje a Europa para visitar también otros lugares de interés fuera de la península. Sea como fuere, León sigue siendo la segunda opción para encarar el Camino.

Datos facilitados por la Asociación Leonesa de Amigos del Camino.

Los más de 10.000 kilómetros que separan Galicia de Corea del Sur no son una barrera para los alegres peregrinos asiáticos. La surcoreana es la cuarta nacionalidad más frecuente después de españoles, italianos y franceses, representando un 8,1% del total. Que uno de cada doce peregrinos se coreano dice mucho de la voluntad de estos visitantes.

Pero, ¿por qué se animan tantos coreanos a hacer el Camino?

La primera en dar a conocer la ruta jacobea en el país asiático de manera rompedora fue la periodista Kim Hyo-sun, que hace ocho años escribió y publicó una trilogía sobre el Camino que llegó a ser un best-seller.

Esto dio pie a que muchos escribieran y hablaran de España y el Camino. El fenómeno se ha traducido en la producción de documentales y hasta realities, que han llevado incluso a un grupo musical juvenil a enrolarse en la aventura de llegar a Santiago revolucionando a su paso cada población de la ruta jacobea.

La motivación según los consultados no suele ir por lo religioso, aunque cerca del 60% de los coreanos profesen el credo católico.

De lo que no cabe duda es de que los surcoreanos seguirán subiendo la calle Ancha, siempre bien equipados, mapa en mano y con la sonrisa por bandera.