Siete días bajo tierra
Los cuatro mineros encerrados en el pozo Antonio del Valle mantienen su pelea en el interior de la mina con «mucho ánimo» y tratando de seguir un «ritmo de vida normal» para seguir en pie
DANI GONZÁLEZ-leonoticias
Lunes, 20 de junio 2016, 19:38
«Cuando llegue el verano, entraré a rescatar a papá». Esta es una de las frases que más repite en casa el hijo de cinco años de Elías Ortega, uno de los mineros encerrados en el Pozo Antonio del Valle. Junto a Sócrates Fernández, Álvaro Cuesta y Daniel Garguño, la protesta en el interior de esta mina para recibir las ayudas al cierre de estas explotaciones continúa cuando se cumple una semana del inicio de esta movilización.
Pese a llevar una semana bajo tierra, mantienen el ánimo y la esperanza. El apoyo de su familia, amigos y compañeros es una especie de bebida energética para estos cuatro mineros que, cada vez que se ponen al teléfono, reciben un extra de fuerza para mantener en pie este pulso para lograr estas ayudas.
Sus familiares también sufren, desde la superficie, esperando una solución a este problema. El empujón de todos y cada uno de los que se han interesado por saber cómo están los cuatro mineros les sirve para mantener la sonrisa en las galerías de la montaña central leonesa.
Una vida 'normal'
Socrátes Fernández, uno de los mineros encerrados, reconoce que tienen un secreto para continuar con ánimo: «mantener el ritmo de vida normal». «Nos levantamos a una hora prudente, desayunamos y nos vamos a pasear por las galerías para que no se entumezcan los músculos. Luego aprovechamos para comer y hablamos con los compañeros que bajan y leemos la prensa. Después vamos a dar otro paseo más largo, para mantenernos calientes. Luego charlamos otro rato, cenamos y nos vamos a dormir», relata.
El minero reconoce que están «bien» tanto de físico como de ánimo. «Tenemos un compañero que está siempre de guasa y eso nos levanta la moral», añade. La única «asignatura pendiente», según Sócrates, es «la humedad y el frío». «Para ello tratamos de dar paseos y abrigarnos», explica.
Afirma que el teléfono «no para de sonar» y que incluso hay veces en las que no pueden hablar porque «estamos caminando por las galerías». «La gente nos manda cosas, comida... notamos el apoyo de familiares y gente de la zona», señala.
«Seguro que lo conseguimos»
Todos los días, los compañeros les visitan para entregarles la comida y charlar un rato con ello, lo que les ayuda a evadirse y cargar las pilas. Las llamadas de familiares también les da ánimo, ya que siempre se preocupan por ellos y les repiten una y otra vez que sigan ahí, que están con ellos. «Tenemos la determinación de conseguir lo que nos hemos propuesto», recalcan.
El médico también baja hasta el tajo para hacerles revisiones médicas y psicológicas. Elías sufre estos días problemas gástricos, mientras que el principal problema que se encuentra el doctor son heridas en los pies por caminar.
Los cuatro mineros están con la «esperanza» de lograr su objetivo y mantener los puestos de trabajo con las mejores condiciones «posibles». «Este sector es trascendental en la comarca, más adelante se verá qué puede llegar. Seguro que lo vamos a conseguir», sentencia.