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Olatz Hernández
Sábado, 10 de mayo 2025
Un golpe encima de la mesa antes de tender la mano. La coacción antes de sentarse a negociar. La estrategia del presidente estadounidenses, Donald Trump, ... para lograr mejores acuerdos con sus socios comerciales mediante la imposición de aranceles continúa su rumbo y empieza a dar sus frutos.
Esta misma semana, Washington ha firmado un acuerdo con el Reino Unido y quiere continuar esa buena racha durante la reunión de este fin de semana entre el secretario del Tesoro, Scott Bessent, con el viceprimer ministro y principal funcionario económico chino, He Lifeng, para tratar de desescalar la guerra comercial entre Estados Unidos (EE UU) y China, previsiblemente con bastantes réditos a su favor.
La ronda ha entrado este domingo en su segundo día de conversaciones. Los dos representantes se han sentado de nuevo a conversar sobre las diez de la mañana. Todavía no se sabe qué acuerdos han pactado, pero Donald Trump ha asegurado en un mensaje que se ha producido un «gran progreso». «Se discutieron muchos temas y se llegó a muchos acuerdos. Se negoció un reinicio total de forma amistosa, pero constructiva. Queremos ver, por el bien tanto de China como de EEUU, una apertura de China a las empresas estadounidenses».
Ginebra (Suiza) –un territorio neutro– ha sido el lugar elegido para este primer contacto entre las dos potencias desde que se inició la guerra comercial. El secretario de Estado del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamieson Greer, llegaron ayer a la reunión para sentar las bases de una posible negociación y poner fin a la notable tensión entre Washington y Pekín, surgida a raíz de que Trump impusiera una batería de aranceles al gigante asiático en abril.
La cita de alto nivel en Suiza arrancó sobre las cinco de la tarde, informó la agencia oficial de noticias china, Xinhua, y acabó sin acuerdo. Pero la delegación china observó «avances importantes» en el diálogo con EEUU. «El contacto establecido en Suiza es un paso importante para promover la resolución del problema», indicó un comentario publicado por la misma agencia.
Los dos equipos volverán previsiblemente a verse las caras hoy para continuar las conversaciones, según publicaron anoche varios medios norteamericanos. La agenda bilateral contempla dos días de encuentros si no se llegaba a una solución temprana. Ni los estadounidenses ni los chinos quisieron explayarse anoche sobre su primera toma de contacto. Las expectativas oscilan. Algunos expertos creen que los dos países podrían llevarse de Suiza algún logro parcial, aunque la mayoría de analistas cree que se trata de una simple cita para avanzar un calendario de negociaciones más concreto.
Grandes empresarios, inversores, economistas y políticos siguen de cerca esta reunión por sus consecuencias y los riesgos comerciales, financieros y geopolíticos que están en juego. Los equipos negocian a escasa distancia de la sede de la Organización Mundial del Comercio, muy crítica con la guerra arancelaria. Un portavoz declaró que el organismo se siente satisfecho ante el hecho de que ambos gobiernos se hayan sentado a debatir una desescalada.
El contenido de la reunión es esencialmente económico, pero es muy posible que Trump quiera aprovecharlo para tratar de hallar soluciones a la crisis del fentanilo, que tiene muy presente desde que comenzó su mandato en enero. El viernes no estaba claro si Wang Xiaohong, el ministro de Seguridad Pública, acompañaría a la delegación asiática, ha precisado 'The New York Times'. Es un gran experto en el tráfico de esta droga que causa una epidemia de muertes entre los estadounidenses cada año.
Según 'The Wall Street Journal', es muy probable que si la Casa Blanca ve «algunos compromisos de China» en este sentido, afloje en la cuestión arancelaria. El mismo rotativo reveló recientemente que el Gobierno estadounidense ha enviado a su homólogo chino una lista de sugerencias sobré cómo combatir el comercio ilegal de las sustancias químicas utilizadas para fabricar el fentanilo. Y añade que unas conversaciones bilaterales sobre la forma de abordar esta crisis han servido para romper el hielo y facilitar la reunión económica de este fin de semana.
Desde abril y hasta este primer contacto, la tensión ha ido en aumento con amenazas cruzadas para elevar los gravámenes a los productos chinos y estadounidenses importados a los dos países. Un terremoto que ha sacudido el mercado global. Aunque la firma de un pacto comercial parece poco probable, las declaraciones de Trump este viernes –cuando sugirió que rebajar los aranceles a Pekín al 80% le parece «correcto»– revelan cierta flexibilidad para reducir las tasas y negociar. El secretario del Tesoro también aseguró el viernes que la reunión de Ginebra ina a tratar «sobre una desescalada, no sobre un gran acuerdo comercial».
Con todo, la rebaja de tasas propuesta por Donald Trump sigue siendo simbólica, ya que el impacto en las exportaciones chinas seguiría siendo de una magnitud importante. Por su parte, el Gobierno de Pekin aseguró que «luchará hasta el final» contra los aranceles.
Lo primordial es desescalar el conflicto, desatado después de que Washington impusiera unos aranceles del 145% a los productos chinos, una medida a la que Pekín respondió con gravámenes del 125% a los bienes importados desde EE UU. El momento en el que tienen lugar estas negociaciones también es importante. Y es que esta misma semana, Washington ha cerrado un acuerdo comercial con el Reino Unido que supone una reducción inmediata de los aranceles que se aplican al sector de la automoción, el acero y el aluminio británico del 27,5% al 10% en algunos casos; a cambio, el país permita entrar en su mercado más productos agrícolas y ganaderos estadounidenses.
Que las guerras comerciales no benefician a nadie es de sobra conocido, pero Trump ha ido escalando sus amenazas a Pekín a medida que las autoridades chinas devolvían los golpes. En un principio, el inquilino de la Casa Blanca anunció aranceles el 34% al gigante asiático, que después de las represalias chinas –con tasas del 125%– se convirtieron en gravámenes del 145%. Estas tasas amenazan con lastrar la economía del gigante asiático, el mayor exportador del mundo.
Las exportaciones chinas a territorio estadounidense superaron los 400.000 millones de dólares en 2024, siendo su segundo socio comercial solo por detrás de México. Desde abril, sin embargo, se han reducido en un 20% debido a los aranceles. El conflicto comercial ya ha provocado una caída del 1,4% del Producto Interior Bruto (PIB) estadounidense, según estimaciones de Barclays. Se calcula que el PIB chino también ha notado el golpe de la guerra comercial, con un retroceso del un 2% y las consecuencias del mercado global aún no se han cuantificado. Tampoco los costes adicionales en las cadenas de suministro y su impacto en la inflación.
Los hay que esperan que estas cifras acaben amedrentando a Trump y que supongan la retirada de los aranceles. Ese es el clavo al que se agarra la Unión Europea (UE) –entre otros– en su negociación con Washington para que elimine las tasas del 25% que aplica al aluminio, el acero y los automóviles, así como el 10% global que se impone a todos los productos europeos.
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