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El exministro de Hacienda del PP Cristóbal Montoro, en un momento de su intervención. GABRIEL VILLAMIL

Montoro defiende suspender la regla de gasto y utilizar el superávit municipal

El exministro de Hacienda cree que «si se compagina crecimiento y estabilidad España puede volver en dos años a la casilla de salida, que era muy positiva»

Miércoles, 23 de septiembre 2020, 12:48

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Consciente de la gravedad de la situación, pero también de que se trata de un problema excepcional. Y optimista. Así se mostró el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro durante su participación en el Foro de El Norte, donde recordó que la actual crisis es de origen sanitario y no económico, por lo que el país está en condiciones de «volver a la casilla de salida». A la situación de 2019, cuando España disfrutaba del «periodo de crecimiento económico de más calidad de la historia».

Montoro confía en las posibilidades de que España y sus empresas «sorprendan una vez más» y encarrilen la recuperación. El autor de los 'eternos' Presupuestos Generales de 2018, que aún no están libres de ser prorrogados un año más, defendió que España tardará «al menos dos años» en dejar atrás la crisis de la covid, pero no los cinco que pronostica el Banco Mundial.

«No lo creo porque este país es capaz de sorprender siempre que las políticas sean acertadas y compaginen crecimiento y estabilidad», manifestó.

Vídeo. Vídeo completo del Foro Económico con Cristóbal Montoro

Durante su participación en el desayuno que patrocinan el Banco Sabadell, Gullón, Corporación Llorente y Collosa, celebrado en el hotel AC Palacio de Santa Ana, en Arroyo de la Encomienda, el que fue ministro de Hacienda en los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy evocó que España «tenía el crecimiento más competitivo y de más calidad de la historia». «El de mayor creación de empleo, gracias a la reforma laboral, sin desequilibrios, con inflaciones negativas entre 2014 y 2016, con reducción del déficit público, incluso en 2019». Ahora ve posible 'resetear' la marcha de la economía, con una apuesta «por la capacidad de las pymes y los emprendedores para darle la vuelta a la situación y convertirse en motores de crecimiento y primeros empleadores del país».

Tras advertir de que «mantener el déficit a raya es lo que nos ha permitido estar en primera línea económica mundial», Montoro lanzó un aviso a «quienes piden más gasto público». «No participo de esta opinión –señaló–. «En estos momentos España necesita un impulso empresarial que no es compatible con la subida de impuestos que se requiere para aumentar el gasto público».

Ahora bien, el hombre que sujetó con mano de hierro el gasto de las corporaciones locales, que acumulan en todo el país un superávit de 15.000 millones de euros, se declara estos días partidario de suspender temporalmente la regla de gasto de los ayuntamientos. Recordó que la norma parte de la reforma del artículo 135 de la Constitución, en cuya negociación participó.

«El artículo incorpora su propia cláusula de excepcionalidad, dice que se podrá modificar en caso de catástrofes, conflictos bélicos... Se nos olvidó mencionar una pandemia, pero si esto no es algo excepcional, después de haber parado la economía mundial, no sé qué lo será», ironizó.

Además, después de que la UE haya suspendido el pacto de Estabilidad hasta al menos 2022, «España no tiene obligación de cumplirlo y podría suspender sus consecuencias».

Y más aún: «la regla de gasto –explicó– tiene como objeto adecuar el gasto al potencial de crecimiento;entonces ¿cómo se calcula en un año con decrecimientos del 12%? Con una situación tan anómala va a salir un tanto extraña la regla de gasto».

España es un país descentralizado, de 8.125 ayuntamientos, diputaciones, cabildos, haciendas forales, etc. «pero un país gobernable», alegó, ya que de lo contrario «las cifras anteriores no podrían haberse conseguido».

Imagen. Montoro se dirige a los asistentes al desayuno.

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Imagen. Montoro se dirige a los asistentes al desayuno.

«Algunos partidos –disertó– hablaban de un problema de exceso de administraciones y de políticos, pero creo que estaban confundidos sobre la representación que necesita un país para que no se produzca el desamparo del ciudadano. Yo hablé de suprimir 4.000 ayuntamientos en 2012, en medio de una crisis horrible, sin recursos, con crisis fiscal del Estado. La mayoría de los ayuntamientos estaban en déficit. Muchos dejaron de pagar a sus proveedores –algunos de ellos multinacionales–, lo que provocó desconfianza y agravó las cosas en la imagen internacional del país. Después, hemos visto que la realidad es que se puede sanear unas administraciones que no son ineficientes, sino que dan un servicio público básico. Ahora, con los ayuntamientos saneados y con remanentes, tenemos que utilizar los recursos de que disponen (15.000 millones) inhabilitando temporalmente la regla de gasto».

En su exposición, se refirió al hecho de que, frente a las crisis habituales en España, «esta es la más dramática en términos sociales, por los miles de fallecidos y cientos de miles de contagiados y por su traslado al ámbito económico con una crudeza nunca vista»;sin embargo, «se trata de una crisis de salud pública con consecuencias económicas y no de una crisis económica con orígenes en el déficit o los presupuestos».

«Es una crisis diferente, que nos hace ver nuestra vulnerabilidad», sentenció.

Hasta ahora, los problemas económicos venían de la mano de las crisis de la balanza de pagos, de la solvencia del país. «Así sucedió con el plan de estabilización de 1959, las crisis del petróleo en los años 70, la del 91, con las cuatro últimas devaluaciones de la peseta, y con la del 2008, de origen financiero».

«El resto del mundo nos había prestado hasta el 9% de nuestro PIB, una tasa nunca vista» pero «cuando la cosa se tuerce, los acreedores miran mal a los más endeudados».

A partir de 2012, con la recuperación de la capacidad de financiación del país –y con él ya en el Gobierno de Rajoy–, España encaró «como nunca lo había un hecho un ciclo de crecimiento positivo a partir de la segunda mitad de 2013 que no viene de la devaluación sino de la ganancia de competitividad», describió.

«Somos claramente competitivos, como lo prueba el avance de las exportaciones y Castilla y León es un buen ejemplo en sectores como el agroalimentario, la industria automovilística o la química. Se produjo un desapalancamiento financiero de las empresas extraordinario en muy poco tiempo y una reducción del déficit público, incluso en 2019», enumeró.

«Que no haya fiestas hace mucho daño a muchos sectores. Lo ahorrado no puede estar guardado, ni se puede gastar a discreción»

Repasó a continuación algunos de los puntos débiles y amenazas específicas de la economía española, entre las que, por cierto, no incluyó «las actuales políticas económicas, ya que siguen vigentes los mismos preceptos presupuestarios y el Gobierno apenas ha modificado las otras reformas» introducidas por los populares.

Según comentó, la estructura económica de España, «un país de pymes y autónomos, muy de servicios, con una hostelería, un sector turístico y transporte de mucho peso», ha colocado al país en una posición más vulnerable. El sector de la automoción, también con gran peso en todo el país, está sufriendo la pandemia de una forma más acusada.

Pero las debilidades pueden tornarse en fortalezas. «Es fácil quejarse, pero somos un país de emprendedores capaces de darle la vuelta a la situación y convertirse en motores del crecimiento y en los primeros empleadores del país».

Hizo una decidida defensa del turismo como seña de identidad nacional y echó mano de la ironía para recordar que «somos la primera potencia turística, con miles de centroeuropeos que tienen en España su casa; con una infraestructura de hostelería, transportes, sanidad... de primera categoría;con 84 millones de visitantes el año pasado».

«Algunos decían que para qué tantos turistas en nuestras calles y ahora los convocan», remató.

De modo que expresó su «confianza en que la salida de esta crisis de salud pública, ya sea con una vacuna, tratamientos, o avances en evitar contagios nos permita volver al punto de partida, que era una casilla de salida positiva». «Hay que volver a ella porque nos conviene», dijo.

Eso sí, con la idea clara, según sostuvo en todo momento, de que «mantener el déficit a raya es lo que nos ha permitido estar en primera línea económica mundial». Sostuvo asimismo que no es partidario de elevar la presión fiscal para sufragar el aumento de gasto público ya que «España necesita un impulso empresarial que no es compatible con la subida de impuestos que se requiere para hacer frente a un incremento excesivo del gasto». «Una parte del gasto se va a quedar pero otra, la que es propia de esta crisis, desaparecerá», avanzó.

«Había que haber dado financiación exprés a los sectores más dañados. Los créditos del ICO acaban llegando a quienes no lo necesitaban tanto»

Alertó sobre los riesgos que lleva consigo un aumento desbocado del paro como el que se produjo después del estallido de la burbuja en 2008, que fue «el verdadero culpable del empeoramiento de las rentas en España». La importancia del mercado laboral, puso como ejemplo, ha quedado de manifiesto después de la Reserva Federal estadounidense plantee que su función no debe ser solo el control de la inflación sino la creación de empleo para luchar contra la desigualdad e identificar la políticas públicas que la corrigen.

«En España –señaló–, son las políticas públicas (pensiones, gasto en educación y sanidad, impuestos y cotizaciones sociales...) las que limitan el aumento de la desigualdad y la atenúan». Dejó caer un mensaje entonces a quienes repiten que esta vez habrá una 'salida social' a la crisis. «Aquí ya había justicia social y quien diga lo contrario pretende crear un estado de opinión pública que no se corresponde con la realidad».

El exministro ligó esta idea a la buena noticia que supone el que «cuando salgamos, vayamos a hacerlo con los rieles puestos». «Usaremos muchos recursos europeos, que vendrán condicionados, y eso es bueno», comentó. De hecho, destacó que al contrario de lo sucedido en anteriores ocasiones, en esta «hay recursos y no existe un problema de insuficiencia financiera» ni para los Estados ni para las empresas gracias a la política del Banco Central Europeo de compra de deuda pública y apertura de los flujos de financiación.

Previsiones y retos

En el mismo sentido, se felicitó de que «por primera vez vaya a haber un fondo europeo construido sobre el endeudamiento de los países miembros», lo que constituye «una respuesta europea y europeísta».

Unos fondos bien utilizados y con actuaciones equilibradas por parte de las administraciones públicas y con sentido de la responsabilidad de las autonomías, «nos permitirán una salida» sobre la que se declaró «optimista».

En varios momentos de su ponencia, tras la que contestó a las preguntas que le hicieron llegar los 80 asistentes, Cristóbal Montoro insistió en que no venía a hablar de cifras, datos o números, saturados como están los medios económicos de ellos, ni a hacer previsiones.

«Hay cifras todos los días. Se habla del 10% o del 13% de caída del PIB, algo histórico, pero es que vivimos algo que nunca se ha visto. Lo importante es que lo peor ya lo conocemos. La cuestión ahora es preguntarnos en qué va a consistir la recuperación, quien la va a hacer posible».

Asimismo, abogó por «no ser esclavos de las previsiones, sino utilizarlas para superarnos y superarlas». «Lo que hace apasionante a la economía es afrontar los retos que se plantean», definió.

Para Montoro, la recuperación pasa por la colaboración público-privada. «El Gobierno habla de lo público, de la importancia de los servicios esenciales, que no se pueden cerrar ni un día. Pero a partir de ahí, la distribución de energía, los alimentos, infinidad de servicios son privados y también han funcionado. No se debe tener esa frontera de conceptos porque necesitamos la convivencia y la confianza entre ambos».

«No es bueno que sigan los Presupuestos de 2018, pero sería peor sustituirlos por otros que no sirvan»

En plena pandemia mundial, con estado de alarma y en medio de una emergencia laboral y económica, España tiene un Gobierno con apoyos suficientes como para haberse constituido, pero sin respaldo presupuestario. Cristóbal Montoro 'el de los Presupuestos', el exministro del PP con cuyas cuentas de 2018 gobiernan el PSOEy Unidas Podemos en 2020, abordó el asunto en su participación en el Foro de El Norte. «Es tamos viviendo una situación paradójica según la cual hubo mayoría para cambiar el Gobierno en 2018, pero desde entonces no la habido para aprobar unos presupuestos».

Una ley que «es la expresión cualitativa de las políticas de un gobierno, de la unidad de España, que hacen falta para el mantenimiento de las becas, para cumplir las transferencias a las comunidades autónomas, para la partida militar, los servicios públicos...». «Vivimos una situación muy interesante, por llamarla de alguna manera, pero también artificial y que no es positiva», lamentó. «Lo suyo es que si hay un gobierno diferente, tenga sus propios presupuestos. Ahora bien, lo que no sería bueno es sustituirlos por otros que no sirvan para la recuperación».

No tuvo reparos en detenerse en su fama de férreo controlador del déficit público y lo hizo con una anécdota de José de Echegaray, Nobel de Literatura y ministro de Hacienda durante dos meses de 1873, quien dijo tener «santo temor al déficit igual que los cristianos tenían santo temor de Dios». «Hay que tenerlo –sentenció– en tanto en cuanto las normas de convivencia y gobernanza europea consagran la estabilidad presupuestaria. Para convivir sin competencia desleal tenemos que tener finanzas públicas equilibradas;no un nivel de gasto público determinado, sino aquél que se pueda financiar».

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