El combustible le aguanta a Los Leones una hora de vuelo

Claro que para eso necesitó comprar todos los décimos de lotería, a base de esfuerzo y de buena defensa, no hay que negarlo, pero no siempre ocurre que todas las decisiones del TMO caigan de cara y de que las manos de Fiyi estuvieran jaboneras a pocos metros de la línea de marca. Hasta cuatro ensayos se cantaron en estos minutos, dos los anuló el árbitro Ferreira tras consultar en el videomarcador y advertir las pantallas de los delanteros fiyianos en el empuje, y otras dos se esfumaron por no acertar en la definición, como si les faltara un grado de concentración; en una de ellas, el quesero Saleta tuvo mucho que ver para rebañar la pelota en el último momento.

El guion de España era no dejar un metro a las estampidas de Fiyi, y lo logró plantándose en campo contrario, asumiendo riesgos, y con chispazos de descaro como el que conectaron los hisparo-argentinos Tani Bay y Marti Cian, que buscaron y encontraron una rendija en el lado cerrado; el medio melé Kuruvoli palmeó el balón de manera antirreglamentaria y le mandó al banco diez minutos; más importante es que, además, Ferreira decretó ensayo de castigo y España recuperó la ventaja inicial que se ganó con el primer pateo a palos de López Bontempi, impecable en toda la tarde con cuatro de cuatro aciertos en la H.

La jugada escoció a Fiyi, que buscó la reacción de inmediato, tal y como hizo tras el 3-0 de salida, y exigió de tal manera la resistencia de España que John Wessel Bell, quien rozó la roja con su placaje tardío, e Iker Imaz dejasen al equipo en inferioridad con trece jugadores de campo y mucho espacio para el vuelo de los fiyianos. Y aun así, España resistió la llegada del descanso con 10-7 a favor gracias a que los jueces de sala mandaron al árbitro a la pantalla grande.

El arranque de la segunda parte fue tremendo. López Bontempo pateó tres ovales a palos de manera casi consecutiva, los dos primeros eran sencillos para un pateador como el de Massy, pero el último de ellos se alejó más allá del medio campo, a unos cincuenta metros de las maderas. 19-7 y el asombro de asistir a una sorpresa mayúscula. Ni el aficionado más optimista hubiera firmado doce puntos de ventaja con cincuenta minutos ya jugados; y el optimismo no implica ingenuidad, todos en las gradas sabían que media hora era mucho tiempo ante un rival como Fiyi, que más pronto que tarde tendría que reaccionar.

Y lo hizo a lo grande. La frontera del minuto 60 estaba ahí, casi se podía tocar, es cuando el físico marca la diferencia entre ganar y perder, cuando se encienden las bombillas naranjas de alarma en las pantallas del depósito. Fiyi no quiso esperar más tiempo. Entre el 54 y el 64 encadenó tres ensayos, todos demoledores para el ánimo de los Leones. El apertura Muntz, que arrancó un tanto irregular con el pie, ajustó su bota derecha y empezó a mandar castigos lo más cerca posible de los banderines; con el claro dominio de las touch Fiyi comenzó a desarrollar el juego que le ha colocado entre los mejores del mundo, con su rapidez de manos y potencia de piernas ganaban superioridades en las bandas, y ya se sabe que si los oceánicos tienen campo abierto son imbatibles. Si el rugby a quince entra en una fase en la que parece un Seven hay poco que hacer ante los Fiyianos Voladores, ni España ni casi nadie. Y si les cerraban los espacios para correr, aparecían los rodillos de la delantera, después de un saque de lateral ganado con claridad, el talonador Matavesi no encontró murallas suficientes para contener su avance.

El empate duró hasta el 64, cuando el capitán de Fiyi descosió a una defensa con costuras por varios flancos. Imposible mantener ese grado de concentración durante tanto tiempo, normal que empezara a desnivelarse el balance de castigos por indisciplinas a favor del equipo que iba con el viento de cola. España tiró de orgullo cuando ya no había opciones para la sorpresa, ni siquiera para ajustarse en el marcador. Volvió al campo contrario, pudo hacerlo en un dos contra uno en el lateral que defendió bien Fiyi y hubo que consolarse con la primera 'cap' en categoría absoluta del chamizo Jacobo Ruiz; el quesero Álex Alonso, segundo vallisoletano de la lista, aguantó todo el partido

A los Leones de Bouzas les espera ahora Estados Unidos en el tercer 'test match' y, en febrero, Países Bajos con el Mundial de Australia en el horizonte. Si siguen la buena línea del Zorrilla, está en sus manos. Ya veremos si esa cita del 2 de febrero vuelve a ser en Valladolid.