Tico Gómez, el fisio que escondía un entrenador
Ya jubilado reconoce que lo único de lo que se arrepiente es de no haber aprovechado su paso por el fútbol para haber sacado la titulación
Por sus manos han pasado algunos de los mejores deportistas de Valladolid, algunas de las joyas del balompié español y las plantillas del Real Valladolid ... durante catorce temporadas. Hablamos de Tico Gómez, que, a unos meses de alcanzar los setenta años, se ha jubilado después de nada menos que 43 años dedicado a la fisioterapia. Hace tiempo que dejó la clínica y ahora también abandona la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Como fisio de las categorías inferiores ha conseguido nada menos que diez títulos, «nueve títulos europeos y una medalla de plata en los Juegos de Sídney». Ha estado en tres citas olímpicas, Atlanta, la ya mencionada Sídney y Londres. Ha llegado la retirada y lo ha hecho por la puerta grande, con la primera plaza continental que logró la selección sub-21 el pasado verano en Italia. Una vida ligada al deporte en general y al fútbol en particular. Recuperó a jugadores blanquivioletas, pero también a los hombres del extinto Balonmano Valladolid o a los 'rugbiers' del VRACQuesos Entrepinares, entre otros.
Tantos años en contacto con los seleccionadores de las categorías inferiores y los técnicos que desfilaron por el Pucela le dieron poso y conocimiento sobre el fútbol. «De lo único que me arrepiento es de no haber sacado el título de entrenador», se lamenta.
«Es bueno observar desde nuestra perspectiva el desarrollo del fútbol», prosigue. «Lo bueno que debe tener un entrenador es saber dirigir adecuadamente el grupo y ver bien el fútbol. Aunque hoy el Big Data lo hace todo, por lo que el técnico queda reducido a mero conductor del grupo. Va a llegar un momento en el que el ordenador va a confeccionar las alineaciones».
Drones en el cielo
En este sentido, Tico Gómez hace hincapié en que los clubes acuden a las estadísticas para fichar a tal o cual jugador. Pone un ejemplo de cómo ha cambiado el mundo balompédico. «En los entrenamientos de la selección sub-21 veías a los drones por el cielo grabándolo todo. Cuando empecé a ir con la selecciones, el staff técnico lo formábamos seis o siete personas. En el último Europeo de Italia , con una convocatoria de 23 jugadores, el cuerpo técnico alcanzaba los 26. Se ha especializado todo mucho y cada uno tiene una parcela muy concreta de trabajo. Creo que con ello se ha perdido el concepto de grupo, de familia. Nuestro éxito del Europeo sub-21 se debió a que fuimos un equipo, no una selección».
Su primer contacto con el mundo de deporte fue a través de la Sección Femenina, en concreto con el Santa Teresa de baloncesto que entrenaba José Alberto Pesquera. En aquel conjunto, recuerda, militaban, entre otras, Pilar Fernández Valderrama, Charo Madero o Mariví Carretero. Luego saltaría al desaparecido Club Baloncesto Valladolid.
Preguntado por el futbolista más hipocondriaco que ha conocido en sus más de cuatro décadas como fisioterapeuta, Tico Gómez recuerda con mucho cariño al desaparecido Manolo Peña. «Se subía a la camilla y no sabía qué le dolía. Le preguntabas y te decía: 'No lo sé, pero me duele'. Tenía unas condiciones físicas increíbles, pero era muy dificultoso poder sacarlo adelante».
Reconoce que el mundo del fútbol ha cambiado completamente desde que él comenzó a trabajar de manera profesional. «No tiene nada que ver, aunque no solo le pasa a este deporte. Yo fui el primer fisio que entró a trabajar en la Federación Española. Hasta entonces estaba Ángel Mur, que era ATS; José Luis Rubio, preparador físico metido a masajista en el Sporting, y Enrique Pagán, masajista. Entré yo en la RFEF y al poco tiempo lo hizo Senen Cortejoso».
Por delante de sus ojos ha pasado lo más granado del fútbol español en categorías inferiores. Si hubo un jugador que le sorprendió, ese fue el madridista Raúl González, «un futbolista que se hizo a sí mismo y triunfó. Creo que también lo hará como entrenador, seguro. También me maravilló Andrés Iniesta. Otro que me agradó fue Gerard Deulofeu. Cuando tenía 16 años era una cosa increíble, pero, cuando pasó a jugar con gente de más edad, ya no destacaba. Siempre he tenido predilección por Ander Herrera, un futbolista completísimo. Xabi Alonso era otro. Que no me olvide de Iker Casillas, que desde que le observé en las selecciones inferiores se veía que tenía algo diferente».
Cree sin tapujos que los padres de los jugadores y los representantes son dañinos para las jóvenes promesas del fútbol. «Desde luego, hay muchos jugadores que se quedan por el camino. Algunos de ellos, principalmente, por causa de sus progenitores y los representantes. La cantidad de ellos es incontable. El cáncer de las categorías inferiores son los padres y las madres», añade.
No esconde que su jubilación le va a impedir asistir el próximo verano a sus cuartos Juegos Olímpicos. Lo dice sin lamentarse. Siempre ha optado por quedarse con lo positivo que le ofrece la vida. «No merece la pena acordarse de lo negativo. Con lo que tienes que quedarte es solo con las situaciones positivas. Las cosas negativas te dejan mal. Por eso estoy yo tan bien (risas), porque soy capaz de apartar lo que no me agrada. Hay que ser siempre positivo. Mi amigo Aramayo me dijo un refrán que va al pelo: 'Dios cierra puertas, pero abre ventanas'», subraya.
Un libro basado en sus experincias
Tico Gómez ha saltado a la literatura. Mejor sería decir que las vivencias futboleras de este fisio se ven reflejadas en el libro 'Fútbol y vida'. Todo empezó con las charlas que mantiene con gente relacionada con el balompié. Hablando con Julio Martínez, este consideró que sería buena idea publicar una obra sobre las experiencias vividas por el fisio durante los años en los que ha estado ligado a este deporte.
«El libro está basado en mis vivencias como fisio y en cómo entré en el mundo del deporte. En principio se iba a titular 'Fisioterapia y el mundo de los otros', refiriéndome a los profesionales del deporte. Se trata de un relato íntimo de tantos años en la profesión», señala.
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