El Promesas madura tres puntos

El Real Valladolid Promesas despidió el año volviendo a ganar en Zorrilla, donde recibió a su homólogo del Burgos. El filial blanquivioleta maduró la victoria contra el colista, un rival que incomodó por su disposición defensiva y generó alguna ocasión hasta que los de Julio Baptista encontraron la fluidez anhelada con balón e Iván Cédric hizo dos goles en cinco minutos.

El dominio territorial fue de los locales en los primeros compases, en los que Iván Cédric y Arroyo pudieron marcar; el vallisoletano, después de una mala salida de Hormiga a un envío en largo. Llegado el ecuador del primer tiempo, sin embargo, el Burgos Promesas abandonó su zona defensiva para progresar sobre todo a partir de la descarga de Óscar González sobre la subida de uno de los dos carrileros.

Así, Pol Basa galopó por la izquierda y amenazó a Iker Pérez en el primer acercamiento con marchamo peligroso. El segundo, se convirtió en ocasión, en un disparo arriba de Marino que repelió Aceves. Con esas dos jugadas, los burgaleses avisaban de que podían morder, y no solo defender, que, no obstante, fue a lo que les abocó durante muchos minutos el Promesas, que no era capaz de encontrar alternativas a la excesiva horizontalidad y al ritmo demasiado lento.

La falta de chispa de la primera parte dio paso a una de mayor nivel en la segunda, aunque antes de que cobrara colores blanco y violeta hubo algún susto. Lo dio un vallisoletano, Óscar González, ex del Promesas, en el minuto 51. Dentro del área, aunque algo escorado, recortó y cruzó en exceso frente a Aceves en la oportunidad más clara para su equipo.

Maroto, después de eso, abrió en canal a las dos férreas líneas que había enfrente, pobladas por nueve jugadores, con un pase vertical filtrado, segundo con el que intentaba aplicar el bisturí, que encontró las botas de Cédric. En la frontal, 'la pantera' recortó ante dos rivales, disparó y su tocó en un defensor, lo que modificó la trayectoria e imposibilitó a Hormiga reaccionar para evitar el gol. No estuvo precisa su zaga, al margen de la mala fortuna. Lo había estado antes, pero no en las jugadas decisivas, tampoco en el segundo gol.

Si bien Maroto abrió las aguas, como si fuera Moisés, el bastón fue el hiperactivo Pozo, quien, en una de estas, sirvió el balón desde la izquierda, con dos defensores frente a él, pero sin oposición alguna. Iván Cédric, rodeado pero solo, en un doble intento, aunque disparo fue uno solo, volvió a ver puerta y llevó la tranquilidad al Real Valladolid Promesas, que ya casi se sabía ganador.

Si no fue así, si no lo tenía claro, lo dejó con media hora de fútbol dominante, en la que las pocas y tímidas intentonas del Burgos Promesas eran abortadas por Kike Ríos y el balón fluía de pie a pie de los locales. Si durante el primer tiempo lo había hecho a varios toques y en horizontal, de tal modo que hasta Baptista reconocería luego que ese periodo fue aburrido, entonces los niños de la grada sí que vibraron de verdad, con combinaciones al primer toque y continuos intentos de rematar al rival. En estas, pudo llegar el tercero, pero el servicio de Slavy desde la banda, caído en el punto de penalti a Arroyo, tocó el suelo después del atacante, que se resbaló. Con el tiempo prácticamente cumplido, João Pedro recogió el cuero en la banda y lanzó un eslalon en el que dejó atrás a cuanto rival le salió al paso, pero Hormiga achicó espacios e impidió su gol de bandera.

Entremedias, un fuera de juego de tiralíneas impidió que un cabezazo de Jiménez a la red subiera al marcador, lo que habría dado intriga en los minutos finales. No la tuvo, también, porque el Promesas tuvo la capacidad de madurar el choque, elevar lo suficiente su cuenta y dominar hasta hacerse acreedor del triunfo.

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