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Shaquiri durante el choque ante Brasil. EFE
El partido que se juega con los ojos, y la memoria

El partido que se juega con los ojos, y la memoria

En Suiza hay siete jugadores de origen yugoslavo, cuatro de ellos kosovares y albaneses, lo que confiere un contexto especial al duelo de esta noche contra Serbia

Robert Basic

Viernes, 22 de junio 2018, 01:15

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Suiza es un Mundial en sí mismo. La selección helvética integra en sus filas a numerosos jugadores nacidos fuera de sus fronteras y gente cuyos orígenes provienen de otros países de Europa, África y Sudamérica. Es un ejemplo de multiculturalidad e integración cobijado bajo el paraguas del fútbol, que iguala a todos con el balón en los pies. 15 de sus 23 internacionales tienen nombres y apellidos que les delatan –Xhaka, Dzemaili, Mvogo, Fernandes, Embolo, Akanji, Seferovic...–y hasta su seleccionador, Vladimir Petkovic, guarda en el bolsillo tres pasaportes: suizo, bosnio y croata. Nacido en Sarajevo, el técnico comanda a un potente grupo que fue capaz de empatar contra Brasil y que buscará esta noche los tres puntos en un partido curioso, atractivo y especial. Enfrente estará Serbia, puro talento y ambición, cuya mirada se cruzará con siete tipos que hunden sus raíces en la desaparecida Yugoslavia, cuatro de ellos kosovares y albaneses. Es justo este último detalle el que confiere al choque un aroma especial y un contexto diferente, que jamás debe desbordar los márgenes deportivos.

En Suiza juegan Valon Behrami, Blerim Dzemaili, Xherdan Shaqiri y Granit Xkaha. Este último, de origen kosovar, es el único de los tres nacido en Suiza, concretamente en Basilea. Behrami y Shaqiri vinieron al mundo en Kosovo, exprovincia serbia y país soberano desde su declaración unilateral de independencia en 2008, que Belgrado sigue sin reconocer. Dzemaili, por su parte, nació en Macedonia y todos ellos son de ascendencia albanesa, lo que pone en el punto de mira el partido de esta noche en Kaliningrado. La Federación de Serbia emitió ayer un comunicado en el que pedía a sus aficionados desplazados a Rusia que se limiten a animar a su selección y que no entren en las «posibles provocaciones». Calificó el choque de «alto riesgo» y por eso conminó a sus seguidores a que se abstengan de «introducir pancartas de contenido hiriente» e insistió en que las proclamas políticas no tienen cabida en un estadio de fútbol. Los serbios consideran Kosovo parte fundamental de su historia y no renuncian a un territorio segregado con una DUI hace ya una década.

Todo debe desarrollarse en el contexto estrictamente futbolístico, aunque a nadie se le escapa que existen ingredientes que cargan de cierta tensión el compromiso de esta noche. La comunidad albanensa y kosovar invita a animar a Suiza y a «enseñar a los serbios que la derrota forma parte de su ADN», un mensaje con un profundo significado político. De hecho, en octubre de 2014 hubo que suspender un partido entre Serbia y Albania en Belgrado porque los visitantes hicieron volar en el campo un dron del que colgaba una bandera de la 'gran Albania', lo que derivó en graves disturbios. Pero de momento todo transcurre por los cauces de la normalidad y nadie duda de que hoy solo se verá un espectáculo futbolístico en el Estadio de Kaliningrado. Las dos selecciones se juegan su continuidad en la Copa del Mundo y los intereses deportivos serán los que guíen a ambos equipos, que debutaron con un empate (Suiza frente a Brasil) y una victoria (Serbia ante Costa Rica) y ahora intentarán presentar su candidatura a los octavos de final.

Gran lección de Krstajic

Hace unos días, el periódico suizo 'Blick' entrevistó al seleccionador de las águilas blancas, Mladen Krstajic, e intentó profundizar por activa y por pasiva en el tema de los albaneses y los serbios. El joven técnico dio una lección de elegancia y saber estar y lejos de alimentar la polémica hilvanó un discurso conciliador y ajustado a los tiempos que corren. «Yo soy de un lugar multicultural, de Bosnia-Herzegovina. Mi padre es montenegrino y mi madre serbia. Soy internacional, las nacionalidades no me interesan». Le insistieron en que se enfrentará a una selección con «muchos albaneses» en sus filas. El preparador advirtió: «Eso es política y de la política no hablo». Siguieron por el mismo camino, y él no se desvió del suyo. «No es relevante, lo relevante es que Suiza es un buen equipo».

«Es un combinado extremadamente multicultural», le espetó el informador del 'Blick'

– Eso es bueno para Suiza. Respeto a todos los jugadores sin importarme el país del que provienen.

Entonces le recordaron la suspensión del partido en Belgrado. «Eso ha quedado atrás, siempre miro al futuro». En este punto 'Blick' disparó su última bala y recordó a Krstajic que en la selección serbia hay dos futbolistas –Aleksandar Prijovic y Milos Veljkovic– nacidos en el país al que se enfrenta esta noche. «Es un problema de Suiza, que no les ha convencido para jugar con ellos», dijo divertido. En Kaliningrado, el único idioma que se hablará esta noche es el del fútbol.

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