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El UEMC se sube de nuevo a la montaña rusa y sobrevive en el filoNo le den más vueltas, entre otras cosas, porque al curso aún le falta alguna que otra pirueta más por dar. Sin una explicación congruente ... a las idas y venidas del UEMC en un mismo partido, ya no digamos durante la temporada, la permanencia está en el filo de la navaja y se jugará ahí hasta el próximo 9 de mayo (fecha en la que rinde visita Menorca a Pisuerga). De otro modo no se puede razonar con un equipo capaz de cerrar el último derbi con un parcial ganador de 25-10 cuando en los treinta minutos anteriores había deambulado sin rumbo a merced de un rival mucho más trabajado y lúcido en su puesta en escena.
Tiene mérito este Zamora, que en su primer año en la categoría, saca una cabeza a equipos mucho más consolidados y con mayor pedigrí en la vetusta LEB Oro. El equipo de Saulo Hernández ya lo demostró ante Valladolid en la ida (89-68), allá por el mes de octubre, y si lo no lo volvió a repetir seis meses después se debe, única y exclusivamente, a ese perfil bipolar que luce este Real Valladolid Baloncesto, que igual que desaparece con algo menos que un soplido, es capaz de resurgir en los peores escenarios posibles. El de este sábado lo era, 15 puntos abajo poco antes de entrar en el último cuarto, y su instinto de supervivencia -que no un plan premeditado ni un trabajo concienzudo dedesgaste- le sacaron de la esquina del ring para levantar los brazos cuando nadie daba un duro por su estabilidad.
En ese escenario espasmódico hay que subrayar las ausencias de Kovacevic (por lesión), y de Mike Torres y Vucetic (por autodescarte), que complicaron más si cabe la rotación y búsqueda de cierto equilibrio. Al contrario de lo sucedido ante Cantabria, esta vez con Roberto González en el banquillo visitante, Iñaki Martín dio con la tecla en el último asalto y esta vez no la soltó hasta levantar los brazos.
UEMC
Mike Torres (0), Cele (15), Demers (5), Wilson (16) y Vucetic (3) -quinteto inicial-, Sans (6), Manchón (12), Mballa (22), Puidet (2), Sergio de la Fuente (10), y García-Abril (0).
91
-
86
CB Zamora
Walker (19), Buckingham (15), Round (8), Saiontel (9) y Nikic (6) -quinteto inicial-, Naspler (6), Paukste (13), Hustak (0), Powell (0), Hanzlik (6), y Lo (4)
Árbitros: Josep María Olivares, Eva Areste y Manuel Seijo. Sin eliminados.
Parciales: 23-26, 51-52 (descanso); 66-76 y 91-86 (final)
Incidencias: Jornada 30ª. Pabellón Pisuerga. Kovacevic causó baja a última hora por molestias en un gemelo.
La final tenía color local y, sin embargo, el inicio dejó la sensación contraria. Un Zamora tocando a rebato como si su salvación dependiera de los siguientes cuarenta minutos, y un Real Valladolid Baloncesto en modo contemplativo como si tuviera atado el 'play-off'. Un guion boca abajo que dio la iniciativa a los visitantes (sin victorias lejos de casa desde febrero), mucho más enchufados y agarrado a un juego más coral (0-10, con tres triples fallados de Vucetic).
La fórmula era tan sencilla como que todos los rivales se han apoyado en ella y han ido enseñando el camino al siguiente en sus visitas a Pisuerga. Combate sin guantes, a campo abierto, a golpe limpio, y recurriendo lo justo a la pizarra. Desde salto inicial, Zamora se lanzó a tumba abierta sin importarle que el partido se jugara a cien puntos... Y al UEMC no le pareció mal. Al contrario. Se remangó en canasta ajena, obviando la propia, dispuesto a aceptar el desafío pese a no contar con uno de sus mejores artilleros, Kovacevic, por lesión en un gemelo.
¡Que faltaba pólvora! No importa, debió pensar Iñaki Martín.
- «Tapemos las carencias con una defensa zonal (2-3) y nos la jugamos todo al '7' morado», ensoñó.
Con ese plan de partido, tan suicida como todos los anteriores, el UEMC volvió a moverse a impulsos, de nuevo a la heroica, pendiente de que al menos dos-tres jugadores acompañaran el buen rendimiento de Wilson en este tramo de temporada. Y en un plantel con talento a puñados, aunque sean desperdigados, raro es que no asomara en algún momento el de alguno de ellos para sostener al equipo de Iñaki Martín.
El primero en levantar la mano fue Cele, que esta vez no ejerció de revulsivo y desatascó de salida. 8 puntos suyos aminoraron el primero de los golpes (8-12). Como es costumbre, independientemente de la calidad del rival, iba a haber más. Y, en ese sentido, Zamora iba a poner alto el listón (26 puntos primer cuarto, otros 26 en el segundo, 24 en el tercero,...). Tan alto como los 2,21 del lituano Pauksté, culpable de palmear cada centro que rondaba el aro y también de que los locales no se fueran con ventaja al descanso.
No había llegado el equipo de Saulo Hernández hasta aquí para ejercer de comparsa, y en su visita a Valladolid, demostró durante tres cuartas partes de partido que su hoja de ruta en este curso tiene unos cimientos muchos más sólidos que todos aquellos que miran la clasificación desde abajo desde el mes de octubre. Su apuesta en Pisuerga le sonrió especialmente en los cuartos impares, con un paso adelante en el tercero que le llevó a disfrutar de una máxima de 15 puntos (57-72, minuto 26). En ese mismo punto, y con el UEMC aturdido y contra las cuerdas, tuvo Zamora en su mano matar el partido.
No lo hizo, y cuando regresó para reforzar su guion en el último cuarto, el partido no solo era ya otro para sus intereses sino que se le empezó a hacer largo. Después de darle mil y una vueltas, Iñaki Martín encontró equilibrio en un quinteto guerrero (Sans, Puidet, Manchón, Wilson y Mballa), y con él murió hasta el final, esta vez sin movimientos extraños ni ataques de entrenador. Apoyado en un parcial de 17-5 (74-77, a 6 minutos del final), el equipo desganado que había dejado pasar varios trenes poco antes, se transformó para enganchar a la grada en el momento más crudo.
Un triple de Sans hizo posible lo que parecía impensable (82-81, a 4 minutos), y ya con el viento a favor, a la victoria solo le faltaba el sello que no supo poner el día de Cantabria. Con todos enchufados, equipo y afición, ya solo se trataba de no pifiarla desde el banquillo... y mantener el pulso desde el 4,60.
Los tiros libres de Manchón, un Mballa inmenso bajo las torres visitantes, y al fin una defensa coral (88-83, a 1:28) evitaron que Zamora, ya solo con Walker como recurso ofensivo, disfrutara de una última oportunidad.
La derrota de Menorca, también en el filo (86-87 ante Cartagena), le sacan del descenso con cuatro jornadas por delante.
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