Moncho Borrajo, en Valladolid: «Cada persona ha sido convertida en un censor»
El veterano humorista trae al Teatro Zorrilla su espectáculo '50+1' con monólogos, canciones, improvisaciones y poemas satíricos
Después de medio siglo (largo) de actividad profesional, a Moncho Borrajo no deja de sorprenderle la hipersensibilidad de nuestro tiempo. Él, acostumbrado a lidiar ... con todo tipo de censuras y públicos, se encuentra ahora con un fenómeno nuevo: «Ahora la censura no da la cara. Cada persona ha sido convertida en un potencial censor y así es imposible hacer humor, porque cuando no le gusta a uno, no le gusta a otro».
Quizás habría que matizar lo de «imposible», porque Moncho Borrajo no ha dejado de trabajar nunca, y siempre llena los teatros allá donde va, de modo que parece que también hay un público dispuesto a no dejarse arrastrar por el ofenditismo. Este domingo (19:00 horas), pondrá de nuevo a prueba la fidelidad de los vallisoletanos en el Teatro Zorrilla con '50+1', un espectáculo que, como todos los suyos, combina el monólogo, la canción cómica, las improvisaciones y hasta los poemas satíricos.
Motivo de alerta para Borrajo fue un incidente con una señora que le recriminó haber bromeado con un joven discapacitado en silla de ruedas. «No había entendido nada la mujer. En este país somos más papistas que el Papa y salimos a defender a quien no se ha sentido ofendido». En su opinión, el humor puede tocar cualquier realidad, «pero todo depende de cómo se haga: yo nunca he insultado a nadie, y he sido siempre bastante incisivo».
Pero parece que cada vez es más difícil encontrar un público sensible a los matices. «Hemos perdido el valor del tono. Es uno de los problemas de las redes sociales: la gente capta muy mal la ironía». El resultado es que la conversación pública «cada vez es más chata y plana, estamos en la era de la mediocridad».
Lealtad del público
Borrajo sobrevive por la lealtad de su público, porque de un tiempo a esta parte rara vez aparece en las televisiones. El suyo es un humor que no gusta a todos, pero él insiste en una de sus frases preferidas: «El humor es un regalo de tu cerebro, y si el tuyo no te lo da, tú te lo pierdes, qué le vamos a hacer». El problema es que, muchas veces, «si no tienes sentido del humor, lo que quieres es que los demás estén tan amargados como tú. A la gente parece que le molesta mucho la felicidad ajena».
Detecta el célebre humorista gallego un cambio social que le preocupa. «Una de las cosas que teníamos los españoles es que sabíamos reírnos de nosotros mismos; pero ahora ya no tanto. Nos hemos vuelto muy delicados, y ahora todos nos ofende».
Recuerda que, antes, la censura podía obligarte a cambiar o suspender un espectáculo concreto, pero, ahora, si no les gustas a los responsables de programación, «te cierran los teatros públicos y no te contratan». Y el problema es que ya apenas quedan empresas independientes. «Una entidad pública puede pagarte un caché alto, tanto si llenas como si no. No se puede competir con eso. En cambio, yo voy siempre a taquilla. Si no va público a verme, no cobro», explica el humorista. «Estamos más manipulados de lo que la gente se cree, pero no es fácil verlo».
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