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Espera que sea una noche de «magia divina» ya que actúa en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco. «Pensando en el lugar ... ya hubo religiosos magos como San Juan Bosco, nuestro patrón, y el Padre Ciuró, cuyos libros de magia conocí por mi maestro, Juan Tamariz», cuenta Jorge Blass.
El ilusionista madrileño ofrecerá una gala que resume en cien minutos «diez años de magia, en una versión íntima». Una década en la que ha cambiado a la vez que el público. «Antes un espectáculo tenía unos diez efectos, ahora entre 30 y 40. Se ha ganado en dinamismo. Tengo más experiencia y eso hace que esté más cómodo en el escenario, conozco mejor al espectador».
Precisamente la sorpresa en la cara de cada uno es lo que busca. «La magia provoca el mismo asombro en un niño que en un anciano. Quizá el niño es el que pregunta ¿cómo lo ha hecho?».
Blass, cuya actual gira por teatros se titula 'Flipar', se ha prodigado en programas televisivos e incluso ha tenido uno propio. «La televisión es una herramienta que nos da mucha visibilidad. Es más fría, tienes al público lejos, a veces ni ve lo que estás haciendo, pero hay que saberla usar. El teatro es, en cambio, cálido, ves la reacción del espectador, te la juegas en directo, no hay posibilidades de repetir toma», afirma Blass.
«Creo que son escenarios complementarios. La televisión tiene posibilidades increíbles, puede simular que una moneda es del mismo tamaño que un elefante. Todo evoluciona, ahora tenemos otra plataforma para mostrar nuestro trabajo que son las redes sociales. Un juego se puede hacer viral en poco tiempo. Este nuevo canal nos obliga a crear contenidos continuamente. Antes un mago con un buen espectáculo podía recorrerse el mundo durante 40 años y vivir de ese éxito. Ahora las redes canibalizan el material. Lo bueno es que el público olvida rápido y aunque lo hayan visto en su pantalla, les parece nuevo en directo».
Blass encuentra inspiración en un libro, una película, un cartel. «Luego toca desarrollarlo, en este trabajo hay mucha prueba y error. A veces no consigues lo que quieres y tienes que olvidarlo, o lo retomas en otro momento. Detrás de cada truco hay muchas horas de trabajo por eso me gusta el escenario, es el final de ese proceso».
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