'Las guerras de nuestros antepasados': Carmelo Gómez en el Calderón

He visto cuatro o cinco veces esta obra con José Sacristán, Manuel Galiana o Manuel Pérez, magníficos actores interpretando Pacífico en la versión canónica de Miguel Delibes y Ramón García que recoge los estupendos diálogos del novelista. Otro magnífico actor, Carmelo Gómez, asume el reto en una nueva versión, correcta desde luego, pero sin novedades, que tampoco hacían falta.

Están los diálogos, las situaciones, la crítica a la violencia, al heroísmo guerrero, está ese desconocimiento de la locura que hace de Pacífico una víctima. La patología de la violencia sigue hoy en marcha, Ucrania nos lo dice. El trágico final que Miguel no quiso llevar al teatro ya fue modificado. Un largo dialogo de varias sesiones que en la escena se hace una 'continuum'. El conflicto no surge del enfrentamiento con el médico, sino con la torpeza y crueldad de la sociedad.

Seis módulos de madera entre los que se mueven los actores, el director Claudio Totcachir ha impostado un dinamismo a los intérpretes que van ocupando todos los espacios no realistas de lo que sería un despacho. La puesta en escena ha jugado con el contraste, Carmelo con movimientos esporádicos fuertes, con voz templada que cambia al grito en determinados momentos. Miguel Hermoso, más sereno, menos gesticulante, como su carácter indicaba. Muy conseguido ese ritmo que es la vez fijo y discontinuo. Un magnífico trabajo de ambos.

Y Miguel, siempre Miguel en el recuerdo, en esa voluntad de paz en tiempos de guerra, en ese bellísimo castellano del que tienen la exclusiva. El público abarrotaba el Calderón y aplaudió con calor.