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Coloquio sobre Karl Marx con Fernando Manero, Luis Marigomez y Óscar Carpintero. Rodrigo Jiménez
Recetas de Marx para el siglo XXI

Recetas de Marx para el siglo XXI

Óscar Carpintero y Fernando Manero analizan la influencia del ideólogo en la Fundación Segundo y Santiago Montes

Samuel Regueira

Valladolid

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Viernes, 26 de abril 2019, 21:47

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El uso de la doctrina marxista a lo largo de la historia ha funcionado para tratar de levantar, con muy poca fortuna, distintos regímenes comunistas que, con muy laxa fidelidad a las ideas del autor de 'El capital' y 'El manifiesto comunista', han tratado de levantar formas de gobierno y repartos de riqueza alternativos a aquellos de los países capitalistas. Pero Marx no es solo la conjetura de un filósofo sobre un 'sistema ideal', también es toda una colección de análisis a las injusticias y desigualdades de un modelo condenado a crisis cíclicas que, tras dos siglos desde el nacimiento del pensador, siguen vigentes. Sobre esa tesis se basa la ponencia 'Más de doscientos años de Marx', que acogió este viernes 26 de abril de 2019 la Fundación Segundo y Santiago Montes y que sustentaron los profesores universitarios Óscar Carpintero y Fernando Manero, en un coloquio moderado por Luis Marigómez.

«En este contexto de tecnología y globalización hay aspectos que no cabe desestimar», apuntó Manero en declaraciones previas al acto. «Desde el punto de vista histórico, Marx introdujo una postura del pensamiento muy radical, ya que hasta la fecha nadie había hecho hincapié en las relaciones de producción». Pese a cambios tan notables en las circunstancias históricas como la transición del capitalismo sustentado en la industria a aquel basado fundamentalmente en el ámbito financiero, Marx sigue acertando, a juicio de los conferenciantes, en conceptos como la intuición de la acumulación de capital, las relaciones sociales de producción o mantener el nivel de explotación, una de las contradicciones inherentes al capitalismo.

«Tuvo razón al ver la contradicción de producir bienes para satisfacer a los empresarios y para dar también una ganancia a aquellos que los producen», apunta Carpintero: «Para muchas empresas el proyecto ideal sería pagar salarios muy bajos a sus trabajadores para aumentar beneficios, pero que todas las demás remunerasen muy generosamente el trabajo a sus asalariados para que el consumo de sus bienes no decaiga», explica este profesor de Economía Aplicada. «El problema es que todas piensan igual, y caemos en los ciclos de crisis de superávit de producción o de déficit de consumo».

Manero, que es también catedrático de Geografía Humana, insiste en que, dado que Marx murió en 1883, «nunca se planteó de qué manera su pensamiento se iba a plantear políticamente». De nuevo cabe atender a un contexto que Marx no llegó a conocer, con conceptos como dictadura del proletariado y una deriva del leninismo hacia el estalinismo que «suponen un fracaso incuestionable y que se traducen en gulags, represión y muerte». En líneas generales opina Carpintero: «Responsabilizar a Marx de lo que han hecho sus seguidores sería como culpar a Jesucristo de los crímenes de la Inquisición». A ninguno de los dos se les escapa la fuerte carga dialéctica con la que el capitalismo enarbola esta arma en sus retóricas para desarticular las posibilidades de concebir un modelo diferente como alternativa viable: «Hoy se abre un nuevo escenario, de economías en la punta del comercio mundial como China o con dinámicas importantes como Vietnam que se reclaman marxistas, un panorama donde se requiere una relectura de Marx acorde a los tiempos», juzga Manero. «Hay herramientas válidas si se desarrolla un debate honesto».

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