Saga de vientos en Peñafiel
Los hermanos Ruiz convierten la afición de su padre en profesión. Álvaro, clarinetista, inicia un doble máster en el Musikene y Héctor, saxo, sigue el ciclo superior en Pamplona
De tanto seguir a su padre y a su hermano en la charanga, Héctor creció queriendo tocar el saxofón. Ahora cursa el ciclo superior en ... el Conservatorio de Pamplona. No lejos de allí, Álvaro, cinco años mayor, comienza un doble máster de clarinete en el Musikene de San Sebastián. José Ruiz, el progenitor, les despedirá pronto y volverá a tocar en la banda de Peñafiel. Sus hijos están viviendo su sueño, los dos quieren ser músicos profesionales.
Álvaro forma parte de la OSCyL Joven y este verano ha probado el alto nivel de exigencia del maestro Vasily Petrenko. «Nos habían avisado de que era duro, cumplió las expectativas y los ensayos intensos durante tres días dieron sus frutos. Fue muy gratificante», explica quien recuerda sus primeros pasos con su padre. «De pequeño te inculca el amor a la música, ves cómo lo vive, te va enseñando, luego creces y eliges». De los dos instrumentos que toca José, Álvaro optó por el clarinete. «Profesionalmente me gusta la clásica, me interesa el mundo orquestal». A San Sebastián ha ido tras el profesor José Luis Estellés, «tanto él como el centro son referentes».
Héctor, en cambio, prefirió el instrumento más fiestero, el saxo. «Hay menos repertorio, sé que no podré vivir solo de tocar por eso me veo en un futuro en la enseñanza». Estudia en Pamplona siguiendo los pasos de los profesores Ángel Soria y Nahikari Oloriz. «También porque me gusta mucho el ambiente de la ciudad. En general en el norte se valora más la música». Terminó el grado profesional en Valladolid con premio extraordinario y comenzó el superior con cierta prevención. «El saxo es un instrumento importante en la música contemporánea y parecía duro. Resulta una música rara para el público pero espectacular cuando la conoces. Es necesaria la innovación y la creación».
Años en la carretera
Tanto él como su hermano han pasado la adolescencia en la Nacional 122. «Estábamos en Valladolid cuatro de las cinco tardes de la semana. Salían del cole y del instituto y, casi sin comer, al conservatorio», recuerda José que sigue estudiando como amateur. Aprendió lo que pudo de José María Barruso Rojo, trompetista, y luego de forma autodidacta. «Mis padres no pudieron hacer conmigo lo que yo he hecho con ellos. Soy el más antiguo de la banda de Peñafiel, llevo desde los 9 años ininterrumpidamente, casi cuatro décadas».
Álvaro alterna clarinete y saxo. En verano le llaman de las charangas veraniegas, trabajo estival. «Después de San Sebastián me gustaría hacer otro master fuera, probablemente en Alemania», afirma. El mayor de los Ruiz estuvo a punto de cursar una ingeniería y cuatro meses antes de matricularse, prefirió el clarinete. Héctor reivindica la tradición musical de Peñafiel aunque la banda no pase por su mejor momento; «No hay tantos niños como antes que empiecen a estudiar. Es una pena porque yo he tratado en la banda a mucha gente mayor que de otra manera nunca hubiera conocido». Ya han constatado que el camino es duro, pero José les anima, «es un mundo complicado, pero quien estudia y se molesta, puede llegar a vivir de ello».
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