Quique González impregna con su rock narrativo el Teatro Carrión

La coherencia y la lealtad artística son algunas de las claves de la carrera de Quique González… una carrera que se ha desarrollado con una reflexión artística que no ha querido saber nada ni de estrategias ni de tendencias ni de resultados a corto plazo. Es por eso, que contemplar un concierto del artista madrileño, en estos tiempos de algoritmos, escuchas y 'followers', es algo así como parar el tiempo y disfrutar de una buena vista hacia los horizontes y crepúsculos de un imponente rock frondoso, sugerente e inspirador.

Quique González decidió, hace ya unos años, abandonar los personajes de Travis e Iris, para dejarse empapar por los valles pasiegos de Villacarriedo en Cantabria. Y, como rotunda consecuencia artística, nos ha ofrecido 'Sur en el valle', disco que ha presentado esta noche en el Teatro Carrión en un concierto ante un público leal que comparte con el artista las ventajas de seguir disfrutando del rock en un teatro… pese a que hayamos estado dos años estacados por la pandemia.

Durante dos horas de concierto, el artista madrileño ha ofrecido un repertorio de los densos… porque la densidad, los sonidos graves, las guitarras acústicas o la magia del teclado rhodes siguen siendo el fondo perfecto para que Quique González exprese en directo su narrativa perfecta… sus canciones de estrofas, más que de estribillos, y sus bosques musicales con sus maderas y hojarascas que tienden, cada vez más, a asomar hacia los mares del norte.

Flanqueado por músicos como César Pop (piano y teclados) o como Raúl Bernal (hammond) Quique González continúa desarrollando ese rock, mitad urbano y mitad campestre, fraguado hace casi medio siglo desde Norteamérica. Con esta morfología musical, Quique se tomó su concierto a capricho comenzando por temas como 'Sur en el valle' y tomándose su tiempo en las sensibilidades que requieren temas como ese 'Amor en ruta' cuyo solo de teclados evoca a los mismísimos Pink Floyd. Con 'La Fábrica' llegaron los primeros momentos más folkies de la noche con Toni Brunett a las 12 cuerdas, César Pop a la acústica y Raul Bernal al acordeón. Por cierto, bienvenido de nuevo al barco el bajista Jacob Reguilón con quien hace ya años Quique realizó una gira a dúo.

De anteriores trabajos, Quique comenzó rescatando perlas como 'Avería y redención o 'Betty'', así como 'Daiquiri Blues'… propiciando redondos momentos especialmente acústicos. Quique, por cierto, cambió a la guitarra eléctrica en 'La luna debajo del brazo' pasando un formato que no por eléctrico es menos sensible… Antes llegó Te tiras a matar' con el que aligeró un poco el peso gracias a su 'groovie' melódico tan de gran ciudad…

Las repescas del archivo no faltaron al final de una noche en la que volvió a materializarse, pese a que no lo parezca, la vigencia de un rock con raíces que llega a un público latente y presente.

Está claro que Quique González es la evidencia más vigente de una autoconfianza artística que, tras lograr superar ciertas incomprensiones de la industria en sus primeros años, ha logrado quedarse a solas (que no solo) con su público… un público cultivado, leal y ávido de sensibilidades inspiradoras.

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